domingo, 13 de diciembre de 2009

Viaje al fin de la noche.


Decepcionante. Soporífero. Es la consideración que doy a un título en el que había puesto grandes esperanzas. Tras leer multitud de opiniones, y cuando digo "multitud" me refiero a muchísimas, no es una forma de hablar, encumbrando este libro: "un clásico de imprescindible lectura"; "Una de las mejores obras de la historia"; "La obra cumbre del siglo XX"; "La lectura perfecta para estados de depresión??", etc. La obra de Celine se me antojaba atractiva y maravillosa, me seducía la crudeza narrativa, que según opiniones, empleaba para describir la maltrecha Europa de la 1ª Gran Guerra. Esperaba encontrar algo parecido a "El mundo de Ayer" de Stefan Zweig, pero desgraciadamente y, en mi opinión, siempre en mi humilde opinión, no le llega ni a la altura de la suela de los zapatos.

Ferdinand Bardammu es un joven soldado al que un obús lo ha dejado inválido. Internado en un hospital militar confraternizará con sus compañeros y observará las crudezas que la guerra va dejando a su paso. Tendrá sobrado tiempo para reflexionar sobre la vida y ver como s pensamiento antibelicista y anarquista se opone constantemente al sentimiento generalizado de luchar por la Patria o la valentía del hombre.
Embarcará hacia Togo para trabajar en Colonias y hacer fortuna, pero descubrirá que la vida del ser humano tiene poco valor y aquejado de mortales fiebres huirá horrorizado de este continente y partirá a las Américas en busca del conocido "sueño americano". Allí volverá a descubrir que la vida del individuo no tiene valor alguno y que la única importancia que parece otorgársele es la de ser productivo.
Volverá a Francia, donde una vez graduado en medicina, trabajará en una consulta de un modesto barrio parisino. Diversos avatares le harán abandonar su consulta y gastar sus ahorros con el viejo amigo a quien se ha encontrado por todas partes a las que ha ido (Robinson).
Finalmente encontrará trabajo en un hospital psiquiátrico, desde el que nos contará sus memorias.

Por diversos motivos la novela de Louis Ferdinand Destouches (Celine) me ha parecido un bodrio infumable, pero no por ello voy a dejar de hacer un somero y modesto análisis de la obra. Visto desde la perspectiva de los motivos que me inducen a decir que no me ha gustado la novela podréis comprender que el análisis sea modesto y no todo lo imparcial que debiera ser.
Celine retrata de forma descarnada y cruel el mundo de la primera mitad de siglo, pero no ha conseguido hacerme verlo como un todo completo, sino solo los bajos fondos y trasuntos de la sociedad. El fresco pintado por Zweig en la novela antes mencionada se refleja de forma nítida en la mente del lector, en cambio, el representado aquí sólo muestra un mundo de vicios, egoísmos y descaros que oscurecen la narración.
Si bien en la primera mitad del libro los personajes me parecen víctimas de una sociedad implacable, en la segunda se me antojan meros pícaros que muy bien podrían haber pertenecido a "El lazarillo de Tormes".
El lenguaje utilizado por Celine ha sido una de las grandes trabas para poder disfrutar de la novela pues, escrita de forma excesivamente coloquial, llana, a veces incluso vulgar, está cargada de groserías, vituperios y continuas frases e interjecciones irreverentes en el tono que, personalmente, en el habla escrita me disgustan profundamente.
El interés por el sexo y la prostitución están presentes en toda la obra y consiguen que me evada de la ambientación para imaginarme a Bardammu como un inteligente sátiro que gusta de la picaresca para vivir, cuando no creo que fuese esa la intención del autor.

Pero no todo son cosas malas, claro está. Me han gustado las fuertes críticas hacia la guerra y la militarización y hacia el capitalismo.
En el primer caso Bardammu observa el horror del Frente y su única ambición es no morir en batalla, pero se encuentra continuamente impelido a luchar; bien sea en nombre del valor, de la patria, de la hombría o simplemente por obediencia.
En el segundo, Bardammu llega a América y busca trabajo, no es admitido en la fábrica de Ford pues es capaz de rellenar correctamente la solicitud de empleo y esto es considerado como un grado peligroso de inteligencia. ¡Puede ser carne de sindicato! Posteriormente encontrará un trabajo que le permite vivir pobremente, hasta encontrarse con una vieja amiga, momento en que abandonará su ocupación y por un tiempo vivirá como un vulgar gigolo. Acabará descubriendo que el ser humano es igual en todas partes y que las mismas miserias nos rodean dondequiera que vamos.
Para amenizar sus días descubrirá uno de los tantos medios que la sociedad ha inventado para atontar a las masas, para adormecer su capacidad de pensamiento: el cine.
Este es uno de los puntos que más me ha tocado, pues me veo reflejado en ello, al observar cómo a medida que pasa el tiempo, cuánto más leo menos libertad de pensamiento me queda; cada vez me sumerjo más en los mundos literarios y me evado conscientemente de la realidad cotidiana; cada vez veo menos entre las líneas de este mundo y cada vez me siento pensar menos, soy mucho menos reaccionario cada día que pasa y n cambio busco con mayor insistencia el entretenimiento externo, pues cada vez me asquea más el ser humano.
Pero bueno, dejémonos de filosofías. Todas estas líneas confluyen holisticamente en la siguiente sentencia: Me ha parecido una novela: malhablada, hedonista (en el sentido más sucio de la palabra), nihilista y misógina a más no poder. Lo siento, no he podido con ella.

Sólo espero que si alguien tiene intención de leerla no haga caso de esta reseña, pues en verdad os digo que debo pertenecer al 0,000000001% de personas a las que no les a parecido sublime. Lo que tengo claro es que, con el paso de los años, a medida que me asiente más aún en la edad de la calma, lo volveré a leer de nuevo.
Bueno, os dejo, y no sé si volveré a escribir más, pues ya puedo oir a la horda de lectores enfurecidos tras mi puerta.

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