domingo, 18 de abril de 2010

Simulacra


Siempre que necesito diversión, pero no diversión gratuita, sino que me haga pensar y sorprenderme, recurro a P. K. Dick. Para mí, siempre es un valor seguro. En este caso he escogido una obra considerada menor por muchos, Simulacra (traducida, Los simulacros, con anterioridad). De nuevo, ha cumplido las expectativas y no me ha defraudado, a pesar de observar ciertas carencias no tan patentes en otras de sus obras como Ubik o La penúltima verdad, por ejemplo.

Un futuro en el que los Estados unidos y Europa se han confederado formando la EUAE (Estados Unidos de Europa y América). En el que la televisión tiene una utilidad exclusivamente educativa y en la que el presidente se elige democráticamente por el pueblo para ocupar su puesto junto a la anterior primera dama (y digo anterior porque siempre es la misma).
Un futuro donde la vida en Marte es una opción disponible. Un futuro en el que el psicoanálisis ha sido prohibido en favor de terapias químicas y donde el último psiconalista en activo deberá atender a un último paciente, a propuesta del Sistema policial tras utilizar máquinas de visionado del futuro.

Dick es uno de esos autores que en sus obras "casi siempre" ofrecen lo que prometen: un alto grado de entretenimiento y un elevado nivel de paranoia que lleva asociada un importante acto reflexivo.
Poco puedo decir del estilo lingüístico utilizado por Dick, pues son patentes sus carencias, siendo siempre bastante llano y corriente, en muchos casos incluso vulgar y resultando apresurado y muy directo. Pero, ¡qué os voy a decir! Cumple sobradamente su función y consigue un texto rápido y fácil de leer, en el que la forma lingüística es una de las cosas que menos importa.
Lo mismo se puede decir de los personajes, que si bien no resultan planos, si suelen estar bastante poco perfilados, pues priman más los aspectos psicológicos del individuo con respecto a si mismo, a la sociedad y al trasfondo en general, que el propio personaje en concreto. Aunque claro, alguno podría decir, "Ya, pero si ahonda en la forma de pensar del personaje....
no estará tan poco perfilado". Bien, es cierto, lo que quiero decir es que hay determinados momentos en los que la importancia de las sensaciones y situaciones emocionales sobrepasan a toda imagen que pudiera transmitirnos el personaje y lo anulan por completo, creando el efecto de que parecemos estar leyendo las impresiones de una nube depresiva.
Al final, Simulacra (como, a mi parecer, el resto de novelas de Dick), no es más que un rosario de ideas interesantes unidas por un hilo conductor en forma de argumento esquizoide.
Parece mentira que en tan pocas páginas, apenas doscientas, Dick pueda sacar tanto partido a tantos temas, como por ejemplo: la ansiedad y rabia de un individuo ante su separación; la inquietud de otro ante su propio futuro; el tratamiento obsesivo-compulsivo de un importantísimo músico telequinético; la función educativa de la televisión (educativa entendida como que lo que a la primera Dama le parece interesante se debe imponer a "to quisqui"; la utilización de máquinas de viaje temporal (otro tema recurrente de Dick); la colonización marciana, en la que Dick es un pionero experimentado; o a temas más profundos, como el futuro del hombre, con el que Dick se sumerge en teorías involucionistas, por las que, a grosso modo, el hombre no sería el último eslabón de la cadena en la escala evolutiva, sino uno de los primeros ya que estamos retrocediendo en dicha escala.
He disfrutado también con la marcada diferenciación social a la que Dick nos tenía acostumbrados, en este caso, los individuos se clasifican en Ges o Bes, según los conocimientos que posean; y con el tratamiento político, con la manipulación de las altas clases dirigentes que nos cierran los ojos y nos fuerzan a creernos todo lo que vemos, en este caso, la 1ª Dama, perdura en el tiempo, pero nunca parece envejecer y lo que cambia siempre es el Presidente ¿Por qué será?, leedlo para descubrirlo. Muy interesantes también las reflexiones sociales al descubrirse el pastel ¿Cuál sería la reacción del pueblo al descubrir tamaño fraude: rebelión o conformismo?. Como bien dice Dick, al final, en una guerra civil, no importa quien gane, el resultado siempre es igual de malo.

No sé, seguro que me dejo el tintero a medio vaciar, pero son muchas las cosas que me hacen disfrutar en una obra de P. K. Dick, aunque reconozca que en este caso no ha hilado excesivamente fino, pues el final se observa bastante apresurado y poco rematado. no obstante, siempre animaré a leer a Dick, aunque soy consciente de que es uno de esos autores que no dejan a nadie indiferente, no admiten término medio, o lo amas o lo odias. Yo prefiero amarlo.

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