domingo, 24 de octubre de 2010

La Cicatriz

Hacía ya varios meses que lo veía mirarme desde la estantería, pero yo no le prestaba atención. Los ojillos de su negro lomo me arañaban la espalda y cada vez que me giraba veía como había cambiado de posición. Me estaba buscando, y siempre se colocaba en el hueco de la estantería que coincidía con mi línea visual aunque siempre lo desechaba; la diminuta tipografía utilizada por La Factoría en este libro me echaba para atrás. Hasta que por fin me decidí a cogerlo. al fin y al cabo, pensé, Mieville es icono de calidad y no me defraudará. Era el tercer libro que iba a leer ambientado en Bas-Lag y estaba seguro de que me gustaría.

La Señorita Bellis Gelvino huye de Nueva Crobuzon tras haber estado relacionada con un individuo considerado altamente subversivo por los dirigentes de la ciudad. Es cuestión de tiempo que la localicen, por lo que decide embarcarse en el Terpsícore, que la llevará a la lejana Nova Esperium, donde permanecerá oculta un par de años, hasta que el barco vuelva de nuevo a la zona.
Pero su destino se truncará por completo cuando el barco es asaltado por piratas, que tras asesinar a los miembros más importantes de la tripulación conducirán a Bellis y al resto de pasajeros a la misteriosa ciudad de armada en calidad de ciudadanos forzosos.

Como siempre, enfrentarse a un libro de China Mieville es enfrentarse a
lo desconocido, a una imaginación apabullante, quintaesencia de la imaginación y a una prosa riquísima en matices. Por eso, al empezar a leer éste (para mí) tercer libro de Mieville ambientado en Bas-Lag, segundo en el orden publicado, no las tenía todas conmigo, pues las dos novelas leídas, aun habiéndome parecido soberbias, las recuerdo con calidades muy dispares. Y que puedo decir, La Cicatriz me ha parecido sublime y la mejor de las tres con mucha diferencia.
Mieville es en la actualidad el escritor con más capacidad para llenarme de infección el corazón y conseguir que mi cerebro se convierta en hediondo petróleo. Adentrarse en sus páginas es caminar entre calles herrumbrosas y sucias, llenas de tuberías parcheadas y chimeneas victorianas supurantes de smog junto a potentes rascacielos. Calles por las que pasea la inmundicia y la corrupción de la mano de seres oprimidos y que ansían rebelarse. Calles infestadas de estrambóticas razas entremezcladas: mujeres con cuerpo de mántis; hombres con cabeza y alas de águila; peligrosísimas mujeres insecto; Hombre con cuerpo de langosta; inteligencias artificiales; hombres transformados en monstruos en virtud de la ley operante; y yo qué sé cuantas cosas más..... Una deliciosa mezcla de ambiente Steam y Neo-gótico Punk. Todo ello estalla en nuestro cortex cuando la argamasa formada por las palabras de Mieville nos permite visualizarlo, pues son estas palabras las que llenan de potencia y oscuro lirismo sus historias. Con una prosa ultrarrecargada y barroca (no tanto en la cicatriz con en el resto), con infinitos matices y un extenso y culto vocabulario, Mieville es capaz de dotar de un fuerte carácter no sólo a los personajes, a cual más impactante y cargado de experiencias, sino también a las ciudades, que cobran vida propia a nuestros ojos y se convierten en entes enfermos, decadentes y esperanzadores a un tiempo, cargados de un ambiente opresivo, fácilmente respirable e impregnado fuertemente de la propia ideología social del comprometido autor.
En este caso, Mieville nos aleja de Nueva Crobuzon y nos sumerge en Armada, una fascinante ciudad construida sobre la base de cientos de barcos y que se mueve lentamente por el océano. Esta novela respira sentido de la maravilla por los cuatro costados, desde la fascinación ejercida por la ciudad, estructurada por barrios con sus correspondientes mandatarios y organizaciones; pasando por la historia tierna, cruel y fanática de los Amantes; la extraña mezcla de fantasía que nos trae la taumaturgia con una avanzada pero anquilosada tecnología que nos acerca más al misticismo que a una ciencia futurista; por la utilización de la magia para invocar a una de las criaturas más sorprendentes que recuerdo haber leído, el avanc; o incluso por lo que representa la propia Cicatriz, un lugar donde impera en todo su esplendor la física de posibilidades; al tiempo que nos avanza datos e historias sobre otras inhóspitas tierras y habitantes del universo Baslagiano. Oír hablar de Las Gengris, del Cromlech Alto o de las guerras Annophelii, no hace sino conseguir que me muerda las uñas queriendo leer algo más sobre ello.
Me sorprende la dicotomía con respecto a la libertad ofrecida por Armada: por un lado priva de ellas a los pasajeros al obligarlos a una vida de reclusión en la ciudad, pero por el otro los dota de total libertad para rehacer sus vidas e incluso otorga una nueva vida a aquellos condenados en Nueva Crobuzon.
Así como también la historia de Los Amantes. Me ha parecido cargada de un impactante romanticismo sado-maso contenida en un potente simbolismo, que sumerge la fuerza del Amor Eterno y el ansía por el poder en el mismo caldo de cultivo primordial.
Así, Mieville ha conseguido crear algunos de los personajes más interesantes e impresionantes que he tenido el gusto de encontrarme: los propios Amantes; el fantástico Brucolaco; el misterioso y poderoso Uther Doul y su "impredecible" espada; el inteligente y despiadado Silas Fennec; o el sensato y emotivo Tanner Sack (siempre bajo mis impresiones, claro).

En definitiva, no quiero enrollarme más: Para mí, absolutamente maravilloso. Ardo en deseos de hacerme con The city and the city.

sábado, 16 de octubre de 2010

El sueño de la razón


La novela de Juan Miguel Aguilera era una de esas a las que le tenía muchas ganas porque, La locura de Dios me dejó un magnífico sabor de boca pero, Rihla me pareció, francamente, excepcional, una novela redonda, llena de un profundo sentido de la maravilla y que me entusiasmo. Pero bueno, no es de ninguna de estas novelas de la que voy a hablar; es el turno de El sueño de la razón, la cual me ha parecido una muy buena novela, aunque no me ha gustado tanto como Rihla.

Luis Vives es un joven humanista valenciano, discípulo de Erasmo de Rotterdam, que trabaja en un tratado filosófico sobre las enfermedades del alma, hasta que le llega la oportunidad de su vida, examinar a Juana la Loca con el fin de diagnosticar su mal.
Celeste, por otro lado, es una joven bruja que en su ritual de iniciación recibirá indicios de una misión desconocida.
Ambos se verán embarcados en la Nao Real que los llevará a España junto a Carlos I (ó V, según se mire) para tomar posesión del trono que ha dejado vacante su madre.
En el camino, Celeste descubrirá en que consiste la misión a cumplir y Luis conocerá de cerca el misterioso "otro mundo". Ninguno sospecha lo que les depara el destino ni lo que esconde su pasado.

Juan Miguel Aguilera es un autor que considera, que siente, que la ciencia ficción se esconde en los lugares más imprevisibles. Es capaz de conjuntar un período histórico con una historia cuasi-fantástica, contada con sencillez y desde un punto de vista cuyo resultado debe encajarse en parámetros Ci-Fi. A mi, personalmente, me encanta.
Tiene varios detalles que poco a poco van deviniendo en sello de la casa y que lo convierten en un autor original y brillante, una rara avis poseedor de una prosa elegante y cuidada sin necesidad de excesos ni recargos. Sus novelas (al menos las tres que he leído) siempre están interpretadas por pensadores, personajes de intelecto en lugar de acción; con tradiciones y períodos ibéricos como telón de fondo; y con un desarrollo tecnológico tal, que lo que a nosotros nos resulta algo normal y corriente, parece algo mágico visto desde la perspectiva de los habitantes de las novelas.
Del mismo modo, nos encontramos ante situaciones propias del genero cuando Ramon Llull en La locura de Dios encuentra la ciudad del Preste Juan; cuando Lisán Al-Aysar llega a la América precolombina en Rihla; o cuando Luis Vives toma conciencia de que el mundo de los espíritus realmente existe en El sueño de la razón. Si extrapolamos los contextos históricos de estas situaciones a nuestra era, nos encontramos con escenas parejas a vérnoslas cara a cara con un alienigena: el encuentro con el otro, con lo desconocido. Esto, propio de la Ciencia Ficción se nos antoja a nuestra experiencia lectora disfrazado con un velo de fantasía, lo que quizás haga tan difícil la clasificación de este libro, que suscita muchas opiniones al respecto.
Sin embargo, Aguilera dota de tal verosimilitud sus obras, que el marcado carácter
ucrónico de las mismas nos invita a introducirlo en nuestro acervo cultural y considerarlo meta-histórico, quizás porque de este modo la historia sería mucho más atractiva.
Y así, un período de la historia de España que nunca me ha parecido particularmente atractivo (a mí, claro) se convierte en una cita mágica, misteriosa y llena de matices que ansío explorar.

Podemos dividir el conjunto de la novela en dos partes claramente diferenciadas: una visceral, mágica y aventurera, dominada por Celeste, en la que desde el principio debe buscar su misión en el entramado literario y se encontrará con multitud de impedimentos para que lo consigue; y por otro lado, una parte lógica y sentimental, representada por Luis Vives, como un personaje no tan carismático como Celeste pero que aporta el toque racional, emotivo e ingenuo propios de una persona cultivada que no cree en lo que no puede ser demostrado, a pesar de que prepara una tesis sobre el alma como parte integrante de la buena salud del ser humano.
Así nos encontramos con una novela plagada de aventuras que nos hará recordar la antigua grandeza del Imperio Español, pero también con toques emotivos que nos harán revivir episodios bochornosos de la historia del país; con unos personajes carismáticos y llenos de fuerza a los que se unen los encuentros con personajes famosos de la época (algo a lo que los escritores son muy dados a acudir como efecto de choque), como el Bosco, Erasmo de Rotterdam o un guerrero Iñigo-Ignacio de Loyola.

En definitiva, una muy buena novela, personalmente no me ha satisfecho tanto como Rihla, pero en la que se observa la continua evolución en la escritura de Aguilera con una prosa cada vez más cuidada y elegante y la capacidad para convertir patitos feos en bellos cisnes, tan sólo menoscabado por una edición decepcionante, por un texto plagado de errores, palabras repetidas, letras comidas, voces y nombres equivocados que lastran enormemente la lectura, algo que una editorial como Minotauro debería haber cuidado más con una buena corrección. Imagino que no fue así, pero da la impresión de que se ha utilizado software corrector más que un profesional.

viernes, 8 de octubre de 2010

¿Buena política?


Hola, no suelo hacer este tipo de comentarios, pero la verdad es que me he quedado flipado.
Hoy mismo he recibido una nota de prensa de la Factoría de Ideas indicando que ponen a la venta la tercera parte de una saga que he ido reseñando: Los diarios de la Familia Drácula. Pues bien, tras leer los datos que me proporcionan se me ha caído el alma a los pies. ¿Cómo es posible que cambien al traductor en el libro que finaliza la serie? Teniendo en cuenta que además de la historia en sí, lo que me había fascinado era la traducción de Ester Mendía, ahora me encuentro que la cambian por David Cruz. Con todos mis respetos hacía él, no digo que sea un mal traductor, pero el resultado de los dos primeros libros era magnífico. ¿Por qué cambiarlo? Por supuesto, imagino que tendrá alguna explicación, pero de verdad que yo no la encuentro. ¿Es esto una buena política? ó ¿La Factoría vuelve a lo de tiempos atrás con el tema de las traducciones? No me canso de repetirlo, pero, de verdad que no lo entiendo. Vosotros ¿Qué pensáis?
A lo mejor pensáis que soy un poco friki o tiquismiquis con lo de los traductores pero, ¡joder!, es que me parece que un buen traductor se merece un respeto y tiene un mérito casi tan alto como el de un buen escritor.
Tal vez sea una pataleta, no digo yo que no, pero por lo pronto este será un libro que no compraré, me da igual quedarme con la saga a medias, a no ser que lo encuentre en alguna biblioteca.

lunes, 4 de octubre de 2010

Las aventuras de Ulises


Desde hace ya 8 años, y digo bien, son 8, tengo la costumbre de leer un cuento a mi pequeñajo (10, 20, 30 ó 50 páginas según el día) a la hora de ir a dormir. En los últimos años nos hemos tragado juntos la serie completa de Cuentos infantiles del País, la de Bat Pat, la de Kika Superbruja, y la de Gerónimo Stilton entre otros. Esta última, la verdad es que la leemos con total disfrute, pues son libros cargados de humor y aventuras a cual más disparatadas, y bien, leyéndoselo yo, leyéndolo él o leyéndolos juntos, la verdad es que nos lo pasamos pipa. Pues bien, hace poco leímos una versión de la Odisea en clave Stiltoniana y es un honor para mí presentaros la primera colaboración de este pequeño duende de 8 años y tres días que atiende por el nombre de Álvaro.


Se titula Las aventuras de Ulises. Geronimo cuenta una historia de cuando estuvo en el Olimpo. Ulises se va de Itaca y Poseidon le impide volver a Itaca. Se enfrenta a Polifemo, a Caribdis, a la maga Circe, a las vacas sagradas de la isla del sol, etc... Al final llega a Itaca y para que no lo reconozcan Atenea le convierte en un mendigo. En la casa de Penelope su mujer hay muchos pretendientes. Ulises lucha contra ellos y los gana y vuelve a ser el rey de Itaca y está feliz con su familia.
Lo que más me ha gustado ha sido cuando han luchado contra Polifemo y lo que menos me ha gustado ha sido que los pretendientes han sido muy malos.
Es un libro muy bonito y ha sido uno de los mejores que he leído.

Álvaro G. (Alien Force)

Bueno, y ¿Por qué decido subir una nota sobre este libro? Pues evidentemente porque me parece parece un gran libro que logra con creces su función: la de entretener a la vez que educar. Y esto es así porque consigue acercar a los niños a la literatura, no sólo a la lectura de cuentos de perros y gatos, de animalillos y frases para niños, sino a la lectura de los clásicos, a una literatura en la que se obtienen valores y conocimientos, en la que se ha de pensar para intentar comprenderlo todo y en la que, por supuestísimo, te diviertes mucho leyendo. Ya sé que en la actualidad hay libros que han conseguido atraer al redil lector a un grandísimo número de jóvenes: sagas como la de Harry Potter o Crepúsculo, el problema a mi entender es que todo queda reducido a eso, cuando han acabado de leer estas novelas
o sagas, las vuelven a leer de nuevo una y otra vez sin dar oportunidad a nada más o, en el peor de los casos, abandonan la lectura. Es decir, creo que son obras que no crean lectores definitivos, sino ocasionales. Esto sólo es posible con esa literatura de siempre que nos hace viajar y conocer nuevos mundos o partes exóticas de este en el que vivimos; esa literatura que nos hace reír y llorar, que nos hace olvidarnos de todo y nos convierte por un momento en un náufrago en una isla desierta o nos pone en la piel de un pequeño niño Rey de un planeta igualmente pequeño; pero que a la vez nos hace comprender mejor ciertos hechos de nuestra vida cotidiana.
Esa literatura que, desgraciadamente, está cada vez más alejada de la sociedad actual, no sólo de la infantil aunque, es bien cierto, que es ya en esta temprana edad cuando se empiezan a sentar los hábitos lectores, y que para educadores profesionales y padres en general parece no tener excesiva importancia una vez superados los primeros cursos de primaria, en los que las erróneas políticas de fomento de la lectura consiguen ahuyentarlos de
los libros en lugar de conseguir el objetivo esperado.
Yo no estoy de acuerdo, La lectura conseguirá hacer que nuestros hijos sean mejores estudiantes al ayudarles a entender mejor, permitidme la redundancia, lo estudiado, y ¿Por qué no? a ser mejores personas, al ser capaces de conocer muchas experiencias diferentes que los pongan en el camino de tomar las decisiones más correctas.
Pues bien, cómo decía, está colección de libros de Gerónimo Stilton editada por Destino, cumple sobradamente esta función y los acerca a Homero, a Verne o a Stevenson, retocando las obra de estos genios para que resulten atractivas a los pequeños y, para ser sinceros, a los no tan pequeños: yo me lo he pasado teta.

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