jueves, 29 de noviembre de 2012

Memorias de un amante sarnoso

 "Quienquiera que compre este libro habrá de considerarse expoliado si se ha dejado engatusar por el título...
...Es indudable que lo que más excita las apetencias literarias del lector, es saber que el autor ha sido encarcelado por sobreexcitar la libidinosidad de millones de compatriotas".

Con este fragmento de la introducción ya nos podemos hacer una idea de lo que nos depara el libro del gran Groucho Marx.
Siempre me ha gustado el humor tonto. Cuanto más absurda la broma, más chorra el gag, más me gustaba pero, de un tiempo a esta parte, cuando ya debería empezar a pintar canas si tuviera flequillo, me gusta cada vez en mayor medida el humor negro. Los monólogos cáusticos, los humoristas serios, incisivos y políticamente incorrectos son los que me cautivan en estos momentos de crisis a todos los niveles. Por ello me lancé con esta novela de Groucho Marx. No esperaba nada de él, pues aunque auna varios de los elementos que he considerado me gustan en un humorista, chorra pero mordaz, desconocía su faceta como escritor.

En Memorias de un amante sarnosos Groucho describe con el desparpajo que muestra en la gran pantalla, sus intentos por entablar contacto, siempre con un fin carnal, con el sexo opuesto. Es imposible no carcajearse ante los sarcásticos comentarios y mordaces críticas que efectúa. Groucho no deja títere con cabeza, tiene para todo y para todos incluso, y sobre todo, para sí mismo.
De esta forma nos encontraremos con sus primeros intentos de causar impresión a una moza, en este caso, su propia tía; de como seduce a una compañera corista y la graciosa situación que generan las palomas en la habitación del hotel; o la cita a ciegas con una superatractiva aunque escandalosa modelo; pasando por la autoadministración de hormonas y suplementos alimenticios a fin de ponerse lustroso y que le salió rana.
Sus hermanos aparecerán en escena en un par de ocasiones con divertidas anécdotas, como el dejar pelado a un rival de poker que fue quemando todos los muebles de la casa para continuar la partida, por ejemplo.

La segunda parte constituye una graciosa teoría acerca del origen del amor, o tal vez debiera decir sexo. En ella, Groucho se aproxima de forma irónica y atrevida, no exenta de un cierto eco de veracidad, a como debieron surgir los primeros encuentros entre un hombre y una  mujer en la prehistoria de los tiempos. Esta es la parte junto con la última que, quizás, me haya resultado menos graciosa.

La tercera parte de la obra nos presenta una visión envenenada y provocadora de los hábitos comunes de la sociedad civilizada. Aquí Groucho arremete claramente contra la hipocresía de la clase culta y la sociedad hollywoodiense, incluyéndose a sí mismo. De hecho, se autodenomina "paria de Hollywood", pero es difícil no coincidir con sus impopulares opiniones aunque nos partamos de risa con sus definiciones.

La cuarta parte se desarrolla como ocho casos sucedidos a diversas personas y resulta una parte de nuevo desternillante. Sin saber si caminamos por la senda de la realidad o de la ficción será aquí donde nos entraremos con el caso de la partida de poker mencionada anteriormente; la jugarreta que le hacen las muchachas de un burdel al ofrecérselo y dejarle encerrado en una sala llena de ratas; o como se enfrentan los tres hermanos Marx más conocidos a una chica rolliza enamorada de Groucho pero que les prepara todos los días el mismo almuerzo, entre otras anécdotas.

Casi para terminar Groucho se mete de lleno en la política explicando lo que para él es el Marxismo y lo que el país necesita. De nuevo se mostrará socarrón y políticamente incorrecto, pero buceando entre las letras se puede observar que no todo es como lo pinta y que se trataba de una persona mucho más comprometida y preocupada con la situación de lo que quiere aparentar y es que, he aquí una de las claves de este libro: Groucho, ¿pretende aparentar lo que cuenta? o ¿pretende contar lo que aparenta?, pues existe un velo de verdad y de razón en todas sus palabras y pese a ese tono jocoso y gamberro, subyacen entre sus palabras varías líneas de reflexión más seria, y ya desde el principio nos advierte de ello con su chanza habitual:
"Escribí este libro durante las interminables horas que empleé esperando a que mi mujer acabará de vestirse para salir. Si hubiera andado siempre desnuda, nunca habría tenido la oportunidad de escribirlo"

Y por último, un epílogo lleno de fuerza y magníficamente narrado que nos muestra el verdadero talento literario del autor.

Un libro que animo a leer. Es imposible no partirse de risa y, además, está muy bien escrito. Yo, lo tengo claro, en cuanto pueda me haré con Groucho y yo.

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