martes, 29 de mayo de 2012

Las guerras de hierro

Las guerras de hierro es el nombre de la tercera entrega de la saga de Paul Kearney, Las monarquías de dios, una serie cuyos primeros dos volúmenes me parecieron fantásticos y que, como se suele decir, por h o por b, la tenía abandonada desde hace un año, algo que he decidido arreglar por completo a la mayor brevedad posible.

Con cada nuevo libro de la saga, la pluma de Kearney se vuelve más sólida, centrando la atención en uno u otro punto, comprimiendo unos hilos y ocultando otros con el fin de dar una mayor cohesión al conjunto y creando la tensión necesaria al tiempo que genera expectativas y misterio por las líneas argumentales que permanecen en la sombra.
En esta ocasión Kearney se centra en la mitad de la historia, principalmente en Corfe y el asedio Merduk a Torunna, y en el estado en que ha quedado el rey Abeleyn de Hebrión tras reconquistar su capital, dejando aparcados por el momento a Himerius, Hawkwood  y, por ende, a ese misterioso continente que nos hace babear de gusto.
Esto, de hecho, queda patente desde la misma portada, en la que podemos apreciar al general Corfe Cear-Inaf con su armadura Merduk pintada de rojo sangre, lo que nos avanza quien es el protagonista de esta entrega.

Además de la acción inherente a Corfe y sus Catedralistas, que tendrán que demostrar su valía de continuo e incluso pondrán en un brete al mismísimo ejército merduk, existe una línea política patente durante toda la obra. Por un lado, Corfe tendrá que pelear duro para hacerse valer por encima de un rey que no ha aprendido a reinar y que se opone a todo lo que abandere su madre, y frente a una corte aduladora del rey pagada de si mismos, salvo varios militares ya ancianos que saben lo que de verdad está en juego.
Por otra parte, Golophin y Lady Isolla, la prometida de Abeleyn, tendrán que vérselas con Lady Jemilla y el supuesto heredero que porta en su vientre, la cual sigue conspirando con los nobles de Hebrión para, aprovechando el estado del rey, manipularlos con el fin de poner a su futuro hijo en el trono.
Sin olvidarnos de Albrec y Ávila, los dos monjes que llegarán a Torunna para entregar el manuscrito a Macrobius, un manuscrito que puede cambiar el futuro de las religiones.

Al estar concentrada la acción en varias tramas se nos permite conocer mucho mejor a los personajes protagonistas: Corfe, el cual no es capaz de olvidar a su esposa aunque comienza a entender la vida sin ella. Un personaje con un gran carisma que se gana el respeto por parte de todos aquellos a quienes dirige, incluidos los mismísimos fimbrios; Lofantyr, un "rey de papá" que ha estado demasiado tiempo bajos las faldas de mamá y considera que es lo suficientemente maduro para reinar en solitario y que nos mostrará a un niño malcriado con un gran poder; Odelia, reina madre de Torunna, quién quiere lo mejor para el reino, y que añora a los hombres que lucharon por él. Ve en Corfe a sus antecesores y, sin pretenderlo, se va enamorando poco a poco de él pese a que esto le costará la enemistad definitiva con su hijo; Lady Jemilla, la ambición que vimos en la anterior entrega no para de crecer, y hará lo posible por dar lo mejor a su futuro hijo aun a sabiendas de que sea merecedor del trono; y, como no, Albrec y Ávila, que se afianzan en la nueva fe que les otorga el conocimiento del manuscrito y dotados de un deber divino se enfrentan valientemente al enemigo más temido.

En esta ocasión Hawkwood y compañía quedan abandonados, salvo por el último párrafo del libro y por una extraña fuerza que recibirá misteriosamente Golophin y que nos promete un desenlace épico de la saga pues esta fuerza surge allende los mares.
Esta fuerza misteriosa avanza la vuelta de la magia a los reinos, una magia que se ha ido extinguiendo poco a poco en favor de la pólvora, la cual también ofrece el contrapunto a los antiguos sistemas de guerra operantes, mostrándonos el choque de culturas.

En definitiva, una obra que no para de crecer,  y que sigo pensando se muestra como una de las sagas fantásticas más apasionantes e interesantes de los últimos tiempos y que me parece, por lo tanto, de lo más recomendable por estos pagos literarios.

jueves, 24 de mayo de 2012

El asesino hipocondríaco


 Cuando hace unos mese leí los cuentos de De Mecánica y alquimia, de Juan Jacinto Muñoz Rengel, me quedé con ganas de seguirle la pista pues, si bien se le nombraba como uno de los cuentistas más laureados del panorama nacional, yo no había tenido el placer de leerlo anteriormente. La edición de su primera novela, El asesino hipocondríaco, me brindó la magnífica oportunidad de conocerlo en distancias algo más largas.


El señor Y, asesino profesional y hombre de moral kantiana, fue contratado hace algún tiempo para acabar con la vida de Eduardo Blaisten. Aquejado por múltiples enfermedades que lo dificultan para lleva a cabo el encargo, el Sr. Y tendrá que ingeniárselas para idear un método de asesinato que cumpla el objetivo y lo eximan de culpabilidad pues, eso sí, tiene que hacerlo rápido ya que, como bien dice, este será, casi con total seguridad, el último día de su vida.

Personalmente me ha encantado la historia del Sr. Y narrada por Muñoz Rengel. Por un lado ya conocía su estilo, pero no sabía como lo haría en un texto de mayor longitud. Bajo mi punto de vista Muñoz Rengel pasa el examen con nota. Con un tono sobrio, donde ninguna palabra está de más y todo tiene su porqué; elegante pero con un ritmo rápido gracias a la cadencia que aporta un elevado número de capítulos de poca longitud que hacen que sea difícil para de leer.
Como siempre, de acuerdo con mis gustos, son varios los puntos interesantes de esta novela:
Por un lado la formula narrativa de Rengel me ha parecido originalísima. El utilizar anécdotas reales entremezcladas con la historia que se quiere contar, teniendo en cuenta, además, que estas anécdotas sirven de sustento para la misma, contadas de forma concisa y muy ilustrativamente, me ha resultado un conjunto altamente atractivo a la par que educativo.
Por otro, la estructura y el tono. La consecución de capítulos realmente cortos interconectando las anécdotas de ficción constituyen un elemento agradable y de rapidez lectora, manteniendo un tempo tenso que motiva la lectura en la forma del "venga, sólo otro capítulo más. Es tan cortito..."
El tono distendido y cómico de las peripecias profesionales del Sr. Y resultan altamente entretenidas, aunque encierran un trasfondo de tristeza y seriedad bastante más profundo.
Por que no debemos olvidar que por encima de todo, lo verdaderamente grande es la personalidad de nuestro protagonista.
El Sr. Y es un hombre recto, justo, como suele recordarnos en varias ocasiones, de moral kantiana, algo que en estos días que vivimos, hay que reconocer que no es muy habitual. Un hombre que es en sí mismo un glosario de enfermedades raras, reales e inventadas: Síndrome de ondina, Afasia de Wernicke, Síndrome del acento extranjero, de la enfermedad profesional, Síndrome de Proteus, de Moebius, y muchas otras, sin olvidarnos ¡como no!, del gemelo extirpado que aún subsiste en su cabeza. Enfermedades que lo hacen sentirse importante en su minúsculo mundo, gracias a la justificación que encuentra en la similitud que presenta con personajes importantes de la cultura, como Kant, Voltaire, o Jonathan Swift entre muchos otros.
Y es un hombre perdido en su soledad, que hace de Blaisten su único amigo y que con sus ridículos intentos de asesinato se asegura día tras día el volverlo a ver, pese a que cada día "pueda ser el último día de su vida". Intentos estos que al final nos harán entender como el protagonista prolonga su vida día a día, pues la verdadera muerte es demasiado triste y definitiva y el deseo de vivir del Sr. Y es mayor que su moral, a pesar de que él se empeñe en mostrarnos lo contrario.

Me ha encantado también el marco geográfico escogido por Rengel para ubicar la acción. Las calles de Madrid me parecen muy sugerentes, e imaginar la escena resulta sumamente sencillo, si conoces las zonas claro. Pero más aun, tras las últimas fotos que Rengel ha colgado en su muro de "feisbuk", de varios lugares de la novela, se alcanzan nuevas cotas de realismo y nitidez, y he deseado volver a leerla; algo que , sin duda, volveré a hacer antes de que acabe el año.

Tal vez porque palabras como Proteus, síndrome, desinfección, tratamiento, etc, me rodean a diario en el trabajo, esta novela me ha enganchado más si cabe, y la labor de documentación realizada por Muñoz Rengel me ha parecido más que adecuada, consiguiendo crear una impresión nítida y real de lo que debe ser la vida de un hipocondríaco extremo: escenas como la desarrollada en la hamburguesería, cuando el Sr, Y empieza a experimentar múltiples sensaciones ante la conversación de una familia que se sienta a su lado, me parecen impagables y me han hecho reír de lo lindo pero, reconozco que, tal vez, para ciertas personas pueda resultar repetitivo y en ocasiones tedioso el observar, por ejemplo, el cuidado continuo en la desinfección minuciosa de los objetos por parte del protagonista explicándolo cual prospecto.

Entiendo que habrá opiniones para todos los gustos. A mí, personalmente, me ha encantado. Me parece una novela muy entretenida, rápida de leer, que promueve la risa al tiempo que enseña anécdotas curiosas y esconde un fondo mucho más serio.
Para que decir más, ha sido la novela que más he disfrutado en lo que va de año.

martes, 15 de mayo de 2012

Firmin


Sabedor de mi histórico rechazo a las novelas con protagonistas animales (no me gustó La canción de Cazarrabo, ni tampoco La colina de Watership, y todavía tengo pendiente en la estantería Las ovejas de Glennkill), me aventuré con Firmin a ver si me llevaba una sorpresa.
He de reconocer que quedé gratamente sorprendido al principio, y claramente decepcionado al final.

Firmin es un roedor que nace entre los papeles del almacén de una librería de viejo.
Allí, rápidamente se distanciará de sus 12 hermanos, pues su naturaleza animal no les permite comprender al ser humano, en cambio, Firmin se sentirá más miembro de esta raza que de la suya propia a medida que empieza a devorar los libros de la tienda. Literalmente al principio, pues el papel es su único sustento (al ser el más débil de toda la progenie no llega a amamantarse debidamente), pero poco a poco comenzará a entender los libros y a aprender de ellos.
Tras un, para él, traicionero intento de asesinato por parte del librero, Norman, decidirá mudarse y, por casualidad, topará con el para él, mejor escritor del mundo, Jerry Magoon, que lo cuidará desde entonces.

Sam savage comienza las andaduras de Firmin con una prosa sobria elegante, muy fluida que apetece y anima a continuar leyendo. En conjunción con la técnica, la formula utilizada consistente en introducir frases de otras conocidas obras literarias a lo largo de la historia, resulta muy interesante e induce a la búsqueda de la información relacionada pero, es cierto que, poco a poco esta línea va decayendo hasta prácticamente desaparecer por completo y convertirse en una novela al uso que pierde esa gracia añadida.
La historia en sí resulta muy atrayente al principio. A medida que conocemos a Firmin no podemos el evitar sonreír ante sus andanzas e intentos por sentirse humano; algunas escenas, como la de observar el trasero de su hermana y posteriormente los neones de las bailarinas son impagables, pero poco a poco, vuelve a perder fuelle y acaba resultado algo aburrido.
El cambio de morada le siente bien a Firmin, y el escritor actúa como revulsivo para impulsar un poco la novela. Con la lectura de las novelitas de ciencia ficción escritas por Jerry, la cosa se anima y la sonrisa vuelve a fluir a nuestros labios, pero ya todo es diferente, por dos motivos: Por un lado porque, a mi modo de ver, el estilo de Savage en esta segunda parte ya no es tan elegante, sino algo más apresurado y por otro, porque hemos ido viendo como la obra va evolucionando, y de ser una historia que despertaba simpatías y parecía graciosa nos hemos dado cuenta de que la historia es más triste de lo que parece ante un par de seres que no encuentran su lugar en el mundo.

En realidad la novela se divide en tres subtramas:
* La historia de un roedor que intentó ser lo que no era, nos muestra el rechazo a lo diferente, la marginación y el miedo a lo incomprendido. La soledad de quien hace lo que siente para ser feliz pese a ser apartado. La felicidad no tiene por qué ser igual para todo, es algo personal y se ha de buscar de forma individual. A veces conlleva grandes pérdidas pero, como en el caso de Firmin, ¿A veces, no merece la pena?
* La historia de un escritor fracasado. Un escritor cuya soledad es tan grande que busca la compañía de una rata y le muestra todo el cariño que puede dar. Una persona dejada de lado y que mantiene la esperanza de que su trabajo sirva para algo, hasta comprender finalmente que no es así.
* Por último, los hechos históricos acerca de la destrucción de una plaza en aras de un mayor beneficio económico. Los momentos de tensión por parte de los comerciantes que intentan parar la demolición también causarán su efecto en nuestro roedor protagonista, que intentará poner su granito de arena para evitarlo.

En definitiva, una historia entretenida, bien escrita y que se lee de un tirón. Con momentos alegres y otros de serena melancolía que invitan a la reflexión.
Pero en general, me parece que el autor no ha gestionado bien sus recursos y la novela ha ido perdiendo fuerza poco a poco, hasta casi diluirse por completo para mi gusto. No obstante, Savage me ha parecido un autor con potencial y ya tengo en la estantería El lamento del perezoso, tardaré en leerlo, pero lo haré pues Savage me ha ganado un poquito.

Pero de momento sigo igual, las novelas con protagonista animales no me convencen.

lunes, 7 de mayo de 2012

El espíritu del lince

 No había leído ningún libro de la editorial Pamiés, ni conocía el trabajo de Javier Pellicer pero, el tema que trataba El espíritu del lince me resultó sumamente interesante habida cuenta de la poca información existente de aquel período con respecto a Iberia, y no digamos literatura.
Sí, hay mucha literatura con respecto a las guerras púnicas, pero toda relacionada con Anibal, Escipión, Cartago y Roma, nada con respecto a las tribus íberas y, si hacemos caso de los datos, sabemos que se trataban de tribus guerreras, por lo que la travesía de Anibal por Iberia para el posterior asedio a Roma no tuvo que ser precisamente un paseo de rosas. Supongo, claro.

Icorbeles supera la prueba de nacimiento que lo marca como El elegido de los antepasados. Desde ese momento, su padre, Icortas, centrará su educación en formarlo como gran guerrero y líder de su pueblo. Icorbeles pasará su infancia acompañado de Alorco y Nistan, dos niños cartagineses exiliados que, gracias a la amistad entre las dos familias, han encontrado refugio en casa de Icortas.
Finalmente, Alorco y Nistan volverán a Cartago, e Icorbeles será prometido a Nerseadin, pese a no amarla, como alianza de estado.
La llegada de Amilcar Barca a tierras Íberas con intención de conquista y, posteriormente, de su hijo Anibal, darán el significado de la profecía a Icorbeles, cuya misión será la de unificar las tribus Íberas en una nación.
De este modo, Anibal encontrará un enemigo a su altura.

Nos encontramos ante una historia de difícil agrado para el público. Digo esto porque, de antemano, todo el mundo sabe como va a acabar la historia. Es sabido que Anibal cruzó la península en su periplo a Roma, por lo que de antemano te enfrentas a un libro donde sabes que el héroe no conseguirá lo que se espera.
Habida cuenta de este hecho, Pellicer se las tiene que ingeniar e introducir diversos elementos que otorguen algo que ofrezcan interés al lector pese a un final conocido y poco halagüeño.
Y realmente lo consigue. Partiendo de un conjunto histórico real en el que se observa la gran labor de documentación que ha llevado el autor, Pellicer utiliza varias aspectos argumentales para conducir la situación al punto que le interesa: Por un lado un aspecto político, en el que el protagonista debe prevalecer en oratorio y carisma para unir a los clanes; un aspecto sentimental, en el que el personaje habrá de mostrar su lado más humano frente a su destino; y un aspecto guerrero, en el que veremos la verdadera pasta de la que está hecho el héroe.

En mi opinión, los dos primeros tercios de la novela resultan algo sosos. En esta parte, el autor sienta las bases de la historia y nos hace un recorrido a través de la infancia y adolescencia de Icorbeles, haciendo especial hincapié en sus relaciones con los niños cartagineses y en las enseñanzas de su padre de acuerdo con su destino.
En cambio las últimas cien páginas se vuelven sumamente interesantes con los intentos de unión de las tribus íberas y la campaña guerrera contra el gran estratega cartaginés.
En este sentido, en el de un hombre que intenta crear una nación, pese a resultar muy convincente, recuerda a la historia de Vercingetorix en la Galia, o a la de Wallace en las Highlands, entre otras, por lo que únicamente aporta orgullo patrio a la historia pero no originalidad.

Javier Pellicer utiliza un lenguaje sencillo pero muy cuidado, tratando de que el carácter de los personaje s y sus palabras cuadren en la época que intenta transmitir y, así, nos presenta los que, para mí, con los puntos fuertes de su obra:
- Una ambientación cuidada al detalle. En un trasfondo geográfico e histórico soberbio. Fiel a la historia casi en su totalidad, salvo por las consabidas licencias literarias.
- Personajes sencillos, humanos. Con una credibilidad pasmosa y caracterizados con mimo y esmero. En este sentido, el autor ha logrado crear unos personajes de gran profundidad, que se mimetizan a la perfección con el paisaje y ofrecen un conjunto sumamente satisfactorio.

En cuanto a la historia en sí, la podemos dividir en dos vertientes: Por un lado, una parte en la que Icorbeles es un hombre amigo de sus amigos; que recuerda su infancia y la añora y que ama a la mujer que no debe. En esta parte nos encontramos con la lucha interna de un hombre entre su destino y sus sentimientos, y será ésta la parte que el autor aproveche como invención para ofrecernos la fuerza de los íberos tanto belicosa como humana, y darnos la alegría poética de hacernos creer que se podría haber vencido a Anibal si no fuese por los caprichos del corazón, que convierten a un héroe en un gran hombre.
Por otro lado esta la vertiente militar, en la que, los edetanos sobre todas las tribus se oponen al intento de conquista por parte del Cartaginés y plantan cara hasta el último hálito de sus vidas. En este sentido Pellicer nos ofrece a Icorbeles como un estratega a la altura del genio de Cartago. de nuevo una historia que corre paralela a la de los grandes héroes de la historia, que destacan por su inteligencia a la par que por su bravura.

Se observan (o yo he creído hacerlo9, ciertas influencia de los maestros de la histórica en la escritura de Javier. Por un lado de G. Haefs en su modo de presentar la historia y en la creación de un trasfondo amplio que parece no aportar nada importante a la verdadera trama pero que finalmente funciona dado sentido a toda la historia; también de B. Cornwell, pues la descripción de las batallas me parece épica y magnífica y ofrece el grado de tensión y excitación necesaria.

En cuanto al final. El final cambia toda la historia y nos hace ver que hemos estado engañados todo el tiempo, que desde el principio hemos aceptado la visión de Icortas como cierta pese a saber que no era posible (tal vez mis ganas de un gran héroe Ispano pudieron más que los hechos). Pero el autor da un giro a la trama, y con la última palabra de la novela hace que todo lo anterior haya cobrado un sentido diferente, al tiempo que abre las puertas para una continuación, si realmente le interesase. Algo que, tal y como ha resuelto esta novela, sería de agradecer.

En definitiva, una novela rica en detalles, muy agradable y rapidísima de leer. El principio, como he dicho, se me ha hecho un poco lento pero, en conjunto, ha merecido la pena. Si queréis una novela con rigor histórico en la época previa a la 2ª guerra púnica no dudéis en leerla.

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