domingo, 14 de octubre de 2012

La librería ambulante


Me encontré este libro en la red por pura casualidad y, como el título me llamó la atención, me fijé instantaneamente en él. La sinopsis me pareció interesante y decidí hacerme con él.

Helen McGill es una cuarentona soltera que después de pasar sus años mozos como institutriz decide dedicarse a cuidar de su granja y de su hermano Andrew, un hombre que a pasado de granjero a escritor de best-sellers de la noche a la mañana.
La vida es dura, monótona y solitaria para Helen, hasta que un día, un pequeño hombre, el profesor Mifflin, acompañado de un perro y de un caballo que tira de una carreta, el parnaso de la cultura, se presenta en su casa. El profesor Mifflin se gana la vida como marchante literario, recorriendo Nueva Inglaterra para vender conocimiento de su librería ambulante, su parnaso, pero ha decidido retirarse y considera que el Sr. McGill, con su amor por los libros debe ser la persona indicada a quien traspasar el negocio.
Aprovechando que Andrew no está en la casa, Helen decidirá comprarlo ella y vivir la experiencia por sí misma. Estás serán sus primeras vacaciones en muchos años.

No me he parado a investigar la realidad o ficción inherente a la novela pero, el enganche de la misma para ser contada, consiste en una edición en tercera persona, es decir, en el texto escrito por la protagonista para recordar esta vivencia que una vez dejado a un tercero decide editarlo pues considera una pérdida irreparable el no hacerlo.
La historia en sí es bastante agradable de leer, pero me ha dejado un tanto frío. Esperaba bastante más pero, claro, la nueva aventura de la Srta. McGill, como tal, apenas dura una semana, por lo que el grueso de la obra queda relegado a las relaciones humanas entre los tres protagonistas principales. Relaciones cercanas entre Helen y el profesor y más distantes con Andrew.
Christopher Morley utiliza un lenguaje sobrio y sencillo para mostrarnos con un tono agradable y jocoso no exento de ironía, la vida rural de Nueva Inglaterra a través de los ojos de la protagonista.
De este modo recorreremos los poblados de la zona acompañados de los personajes principales y de la sombra que se cierne sobre Helen con los impedimentos que su hermano pone en la distancia para hacerla regresar a sus obligaciones como ama de casa. Una experiencia agradable y simpática pero,  a mi modo de ver, exenta de la aventura que indica la contraportada.
No obstante, la historia presentará un giro cuando poco a poco pase a convertirse en una historia de amor. Amor que me resultó algo difícil de creer en un principio pero que entendí después desde la óptica de la rebelde novedad, la libertad y la amistad, no desde la pasión.

No se trata fundamentalmente de una novela sobre el amor a los libros, aunque la figura del profesor bien pudiera dar esa impresión, pero si que contiene una intención educadora en función de este personaje y de las numerosas alusiones a autores y citas literarias.
Posee al mismo tiempo un cierto tono moralizante, en la medida en que se muestra la sumisión a que se somete Helen y al trato que recibe por parte de su hermano, quien representa bien su papel de hombre de la casa sin responsabilidad alguna al respecto.

En definitiva, me ha parecido una novelita (por extensión, ¡eh!) interesante con la que me lo he pasado bien (poco más), pero que se lee en un santiamén y que nos anima a perseguir nuestros sueños, por ridículos que parezcan a los demás.

miércoles, 10 de octubre de 2012

¿Fue él?

Llevaba mucho sin leer a Zweig y ya lo echaba de menos. Por eso me lancé con otra obra cortita. Sin leer el texto de contraportada creí que me iba a encontrar con una historia sobre los celos y, así fue, pero me equivoqué en cuanto al foco de dichos celos.

Una pareja de ancianos que lleva una vida tranquila y feliz, observa que su vecina pasa el día sola en casa, con la tristeza reflejada en los ojos, esperando la vuelta a casa de su marido tras el trabajo.
El marido es un hombre encantador, pero excesivamente entusiasta. Su grado de entusiasmo por todo lo que lo rodea es tan abrumador que llega a cansar a todos aquellos que están junto a él.
El hombre volcará su inmenso amor sobre Ponto, el cachorro que los ancianos han regalado a su mujer para que le acompañe en su soledad, sin llegar a sospechar las terribles consecuencias de tan tremenda carga afectiva.

De nuevo Zweig nos sumerge en un relato en que las pasiones afloran como las nubes en la tormenta. En esta ocasión, nos encontramos con un amor sin fronteras que pervierte lo bueno que espera conseguir y, de este modo, observamos que la entrega desmedida de cualquier tipo de sentimiento, y más si se trata de uno tan poderoso como el cariño y el amor, suele aportar un resultado diferente del esperado. Y aquí nos preguntamos ¿No es, entonces, correcto entregarnos por completo a la figura de nuestra adoración? Difícil respuesta, pues es difícil pensar que si no mostramos todo no seremos del todo sinceros pero, como siempre, el ser humano es desconfiado por naturaleza y, salvo contadas excepciones, personas realmente generosas y altruistas como el protagonista de la novela, siempre solemos esconder una carta bajo la manga, una última baza, por si acaso. Y cuando, además, somos sustituidos por una tercera persona los sentimientos explotan y el amor puede verse acorralado por la rabia y la venganza y convertirlo todo en una mierda de épicas proporciones.
Entiendo que tal vez esté resultando algo críptico pero intento no revelar nada importante de la obra que reseño, lo que me dificulta dicha acción, por cierto.

En realidad, Zweig nos vuelve a poner al límite de nuestros sentimientos y los confronta con la razón a la que normalmente no atendemos cuando nos ciega cualquier tipo de pasión. En dichos momentos, tal vez resulte demasiado tópico pero, es cierto que el cerebro se nubla por completo y tan sólo el corazón guía las acciones pese a la posibilidad de sucumbir a un horrible final.

No es ni de lejos la novela que más me ha gustado de Stefan Zweig pero, como siempre, he obtenido lo que buscaba: una prosa elegante y mimada, un rato de abstracción total, y un serio momento de reflexión interna.
Como he venido haciendo siempre que he reseñado a este autor, no puedo hacer otra cosa más que recomendar la lectura de la obra de Stefan Zweig. Si no has leído nada suyo, prueba con ¿Fue él? En el peor de los casos, esta novela corta no te llevará más de una hora.

lunes, 8 de octubre de 2012

¿Lectores aficionados o profesionales de la lectura?

Hay una línea fronteriza: a un lado están los que hacen los libros, al otro los que los leen. Yo quiero seguir siendo uno de los que los leen, por eso tengo cuidado de mantenerme siempre al lado de acá de esa línea. Si no, el placer desinteresado de leer se acaba, o se transforma en otra cosa, que no es lo que yo quiero. Es una línea fronteriza aproximada, que tiende a borrarse: el mundo de los que tienen que ver profesionalmente con los libros está cada vez más poblado y tiende a identificarse con el mundo de los lectores. Cierto que también los lectores se vuelven más numerosos, pero se diría que los que usan los libros para producir otros libros crecen más que aquellos a quienes les gusta leer libros, sin más. Sé que cruzo esa frontera. aunque sea ocasionalmente, por casualidad, corro el riesgo de confundirme con esa marea que avanza; por eso me niego a poner los pies en una editorial, ni siquiera unos minutos.

Extracto sacado de una novela que terminé en agosto y que tengo intención de reseñar próximamente, aun a sabiendas de que me resultará difícil hacerlo. Un fragmento que cuadra perfectamente con lo que     últimamente vengo  sintiendo,  y que me hizo reflexionar profundamente. 
Os invito a reflexionar conmigo.

jueves, 4 de octubre de 2012

Roma victoriosa


Cuando La Esfera de los libros publicó La gran aventura de los griegos, de Javier Negrete, me dio cosa leerlo. Me pareció que debía ser un libro para sesudos estudiosos, y no para incultos neófitos en historia cual el que suscribe. ¡Cuan grande error!
Digo esto porque su siguiente ensayo histórico en la misma editorial, Roma Victoriosa, consiguió pincharme la curiosidad , y cual ha sido mi sorpresa al comprobar que Negrete llega a ser tan gran divulgador de los tiempos clásicos como narrador de ficción.

En Roma victoriosa, Negrete nos cuenta de forma amena y distendida, el auge de una pequeña población cuyo inicio se remonta a Eneas, superviviente fugitivo de Troya.
El autor nos hará avanzar a través de los primeros inicios, pasando por la creación de la República, las guerras púnicas, las macedónicas, y finalizando con la conquista de Grecia, lo que nos augura una continuación más que segura.
Negrete nos contará el inicio de Roma, la constitución de la República, su funcionamiento y estructura jerárquica, y avanzaremos hacia la imparable conquista de Italia y, como antesala de las guerras que se avecinan, nos explicará de forma sencilla, el funcionamiento militar del estado: como Roma era realmente una potencia militar basada en lo que el llama, "el manpower".
De este modo, nos resultará más sencillo entender las diferentes guerras subsiguientes; la llegada de pirro; las guerras púnicas y, posteriormente, las macedónicas, haciendo especial hincapié en la guerra contra Cartago y su gran estratega, Aníbal.
Todo ello estará amplia y debidamente documentado de acuerdo con los grandes historiadores de la antigüedad, así como con las notas de los estudios de los nuevos maestros de la historia, pero siempre salpicado por la lógica frente a los estudios, de tal modo que se ofrece la posibilidad de considerar un hecho dado como cierto, como improbable a tenor de las fechas reales o los prejuicios de los antiguos historiadores. Al mismo tiempo, nos encontraremos con multitud de detalles jocosos que amenizarán la lectura haciéndola mucho menos sesuda y más asequible para todo el mundo.
Como he dicho, cobra especial importancia el apartado de la guerra contra Aníbal y éste, (junto al gran Alejandro, una debilidad para mi) sale bien parado, pues el autor no mancha la memoria del cartaginés pese a tratarse de una Roma protagonista, pero consigue que Escipión no resulte un ser despreciable al que odiar, sino que, una vez entendida la idiosincrasia romana, resulta un personaje muy interesante y que me anima a leer la vasta trilogía de Santiago Posteguillo en torno al mismo.
Son numerosos los datos y anécdotas que el autor hace desfilar ante nuestros ojos y que nos muestran lo equivocadas que llegan a estar muchas películas y series que asumimos como ciertas. Sobre todo para gente como yo, que no he leído prácticamente nada acerca de Roma, si no es desde el punto de vista de una malvada y tiránica nación que quería imponer su poderío sobre el resto de culturas circundantes.

En definitiva, me ha parecido un libro magnífico. Una obra amena y sólida que dejo permanentemente en mi estantería como obra de consulta especializada pues, en mi opinión,resulta una fuente muy fiable para entender la vida y personalidad del pueblo romano.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Steampunk: Antología retrofuturista

Enterarme de la publicación de esta antología y decidir leerlo fue todo uno. Convergían varias circunstancias en el espacio-tiempo en torno a este libro que me llamaban poderosamente: 
- Ucronía: Mi género favorito, como ya he dicho en varias ocasiones.
- Steampunk: No soy un seguidor asiduo, pero es un subgénero de la ucronía en el que todavía no he leído ninguna novela que me haya defraudado.
- Félix J. Palma: Si, por ahora, su Trilogía Victoriana me está encantando, ¿por qué no darle una oportunidad como editor? Seguro que también me gusta.
- Publicación a cargo de Fábulas de Albión, la editorial de Marian Womack, cuyo gusto me parece excelente.

La antología está formada por los relatos de 12 autores de los cuales, pese a ser todos ellos conocidos, yo tan sólo había leído a Juan Jacinto Muñoz Rengel. Nos encontramos ante una colección de relatos con altibajos, pero con un nivel muy levado en su conjunto.
Un breve resumen de los cuentos que la componen podría ser el siguiente:

- El arpa eólica, de Oscar Esquivias: un curioso homenaje a Frankenstein, en el que un joven compositor, Hector Berlioz, intenta construir un instrumento de leyenda, el arpa eólica. Para ello utilizará componentes tan inusuales como macabros. Un cuento excelente para abrir boca e imaginar lo que se nos viene encima.
- Gringo Clint, de Fernando Marías: En esta ocasión el homenaje es para Clint Eastwood. Gringo Clint, el mejor cazarrecompensas del mundo, es un autómata encargado de perseguir a los más peligrosos terroristas. Su mundo se vendrá abajo al descubrir la verdad oculta de su vida.
- Prisa, de José María Merino: A mediados del siglo XX el tejido social e industrial del mundo se basa en la paz, la tranquilidad y el trabajo del hombre. Un trabajo obtenido a través del esfuerzo de sus piernas, del pedalear incesante para obtener energía en las fábricas o vapor para mover el ferrocarril o el barco. Todo el mundo es feliz, se siente sano y lleno de vida. Esto puede cambiar con la aparición de las motocicletas, una especie de bicicleta propulsada por un motor a explosión. Una bonita metáfora de los tiempos que vivimos. 
- London Gardens, de Juan Jacinto Muñoz Rengel: En este cuento que recuerda a Wells y a Verne, nos encontraremos con el profesor Barnaby, científico encargado de estudiar las muestras extraídas en la última expedición a Marte, pero esto no será más que una excusa en su rivalidad con el profesor Schmidt para ver quien es el mejor científico y el que consigue los mejores logros.
- Fahrenheit.com, de Andres Neuman: Con un simple click del ratón, los terroristas delicados han causado el desastre mundial La energía eléctrica se ha perdido y recuperarlo todo lleva un tiempo que resulta demasiado largo para subsanar el daño.
un precios y, tal vez, profético microrelato de un futuro probable que nos recuerda lo que hemos olvidado disfrutando de ese futuro.
- Flux, de Fernando Royuela: Un pícaro jugador, maestro en el arte de ganar y hacer trampas está seguro de ganar al gran Cachirulo, un autómata campeón de póquer. La partida se efectúa en un bajel aéreo, pero no saldrá como esperaba.
- Dynevor Road, de Luis Manuel Ruiz: La muerte de un antiguo compañero de la facultad de medicina hará que el protagonista deba regresar a los escenarios que pretendía haber olvidado. Lugares donde aprendía medicina y, entre amoríos y celos, se internaba en peligrosos experimentos de neurocirugía.
- Aria de la muñeca mecánica, de Care Santos: Una experta autómata acompaña a un grupo de posibles clientes en una visita guiada por el pasado, presente y futuro de la empresa. Su producto estrella son los autómatas sexuales, diseñados a medida del cliente.
- That way madness lies, de José Carlos Somoza: Un escritor recibe un sobre que lo retrotrae a épocas pasadas. Épocas que olvidó voluntariamente y en las que se distanció de sus mejores amigos. en aquel tiempo, la visita de un fotógrafo que decía fotografiar seres de otro mundo, hadas, lo perturbó y se negó a aceptar su existencia. Una bonita y mágica historia con un oscuro y conocido escritor.
- Animales y dioses, de Ignacio del Valle: Una mega conciencia, monstruosa en antigüedad, divaga sobre su vida en un filosófico monólogo.
- Lapis infernalis, de Pilar Vera: Un fotógrafo de cadáveres se encuentra con la mujer a la que debe retratar.
- In a glass, darkly, de Marian Womack: Un soldado herido de amor nos narra su historia en un Cadiz Victoriano plagado de ingenios a vapor y con el sonido de la guerra a sus espaldas.

Se puede decir que el Steampunk es uno de los subgéneros de la ciencia ficción que mas seguidores tiene. Ya sea por el ambiente nostálgico, melancólico, misterioso que acompaña a las brumas del Londres Victoriano; por la ilusión de soñar con un mundo donde el petróleo no lo contamina todo y el romanticismo del vapor, de engranajes oxidados de máquinas que se mueven por el esfuerzo de brazos sudorosos, y de tacones que resuenan en el húmedo suelo adoquinado. Probablemente, todo ellos nos sumerja en un estado de conciencia que nos predispone para la maravilla, pues es una maravilla que podría haberse dado y llegar a todos los niveles de nuestra sociedad.
No en vano, en los relatos que componen el presente volumen nos encontramos con muchas variantes de esta realidad alternativa (no retrofuturista, a mí, particularmente, no me gusta este apelativo pese a que pueda parecer el más acertado para muchos). Como decía, nos encontramos con máquinas de vapor y engranajes oxidados que chirrían por la falta de aceite mientras respiran hálitos de gas, con relojes cuyas manecillas se mueven a cuerda y con sistemas de ruedas dentadas que se interconectan hasta el infinito, como no, pero también con ciencia prematura cargada de experimentación; con energía obtenida a pedales; con autómatas en teatros; con la carrera espacial; con barcos voladores y genios locos. Y todo ello visto a través del prisma oscurecido y neblinoso del siglo pasado, de la ilusión de un futuro prometedor.

Nos encontramos ante diversos niveles de lectura que permiten la reflexión o el mero entretenimiento si eso es lo que se desea, pero todos ellos son capaces de hacernos disfrutar y, más que eso, de soñar diría yo. Por mi parte, he leído todos ellos con una sonrisa en la boca y con la mente puesta en un lugar de fantasía, y no me considero un fanático steampunker ni de lejos.

Como siempre, no puede llover al gusto de todos y, pese a que todos los cuentos gozan de gran calidad, cada lector presentará su propio baremo. en mi caso y, de acuerdo con mis gustos, considero los textos de Oscar Esquivias, Fernando Royuela y Luis Manuel Ruiz, como los que más he disfrutado, sin olvidar London Gardens, que me ha recordado gratamente a Wells y Verne. En el otro plato de la balanza se encuentran los cuentos de Care Santos e Ignacio del Valle como los que menos me han gustado.

En definitiva, una obra para acercarse a soñar despierto. Os la recomiendo sin ninguna duda.

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