lunes, 28 de enero de 2013

Bleak House Inn

 Después del magnífico sabor de boca que me dejó Steampunk: Antología retrofuturista, tenía claro que debía aventurarme en la segunda antología de cuentos de la editorial Fábulas de Albion, y el saber que en esta ocasión estaba dedicada a la figura de Charles Dickens no hizo sino aumentar mi impaciencia por tenerla entre mis dedos.

Homenajeando a la famosa Sra. Lirriper, a la magnífica Casa desolada y a las colecciones de cuentos navideños de Dickens, Bleak House Inn: Diez huéspedes en casa Dickens nos trae de la mano de Fábulas de Albion y de Care Santos, en calidad de editora, 11 artistas españoles que con sus 11 relatos conviven en las 11 dependencias de la pensión que constituye el esqueleto sobre el que se sostenta esta colección de relatos.
Como es mi costumbre, describiré brevemente los cuentos:

* Nuevo libro de insectos, de Pilar Adón: La nueva contable de la Sra. Lirriper se hospeda en el sótano. Allí, entregada a su trabajo, debe compaginar el poco tiempo libre que tiene para atender a su hija y finalizar su tesis, un tratado de entomología (si mal no recuerdo. Si me equivoco, corregidme, please).
El problema surge con la aparición de voces y visiones. Un cuento que me ha costado entender del todo pero que se convierte en imprescindible, pues la pluma de Adón resulta magnífica. Un primer relato que  abre la puerta a una antología excepcional.
* La tienda de Madame Chiang, de Elia Barceló: La tienda de antigüedades de Madame Chiang es realmente exótica. Es capaz de intercambiar objetos por otros bienes intangibles como amor, sensaciones, recuerdos o tiempo. Pero, como siempre, todo tiene un coste también intangible que, tal vez de saberlo, no quisiéramos pagar.
* La última víctima de Trafalgar, de Oscar Esquivias: Un profesor de historia viaja a Londres para contactar con un antiguo conocido, un agente secreto que le ofrece un antiguo manuscrito por el que mucha gente mataría. El precio es demasiado alto, pero el valor histórico es incalculable, como para que el protagonista pueda dejarlo pasar sin más.
* Muerte de un soldado, de Marc Guall: Cuento precioso, triste, introspectivo y nostálgico en que el recuerdo del fantasmal pasado conducirá a un inevitable final.
* Cuento de verano, de Cesar Mallorquí: El autor homenajea a la vez que, en cierto modo, parodia cuento de Navidad con la visita de los carismáticos fantasmas de las navidades dickensianas a un Scrooge cuyo nombre no es Ebenezer.
* A esta hora, todas las noches de tu vida, de Ismael Martínez Biurrún: Todas las noches, a la misma hora, despierto por la misma pesadilla. descubres la infidelidad de tu esposa y acabas matándola junto con su amante. otra vuelta de tuerca nos mostrará que no todo es lo que parece.
* Eliza Grimwood, de Elena Medel: Una pareja rota hace años queda en la pensión para intentar una reconciliación. Reconciliación que resultará en la confesión de un secreto, mientras el espíritu de Eliza Grimwood, prostituta de inspiración dickensiana, planea sobre el ambiente.
* Charles Dickens ya no vive aquí, de Francesc Miralles: Clara, experta en Dickens es citada en la Bleak House con una nota firmada bajo el nombre de Charles Dickens. Curiosa como es, y apasionada del misterio, no puede eludir la cita.
* Una vida nueva, de Daniel Sánchez Pardos: Dos hermanos se comunican cada día a través de una webcam. Ella lleva una vida alegre y feliz. Él se siente desgraciado con lo que la vida le ha deparado. hasta que un día, una asiática con jersey de lana en pleno verano, le preguntará por una dirección.
* Luz de gas, de Marian Womack: El cómo se hizo creer a una muchacha que había enloquecido, guarda cierto paralelismo con otros protagonistas 50 años después.
* El inimitable, de Care Santos: La historia de como la señora Lirriper obtuvo la posada y como la ha conservado.

En general me ha gustado más que Steampunk, la otra antología de Fábulas de A., que he leído. En aquella hubo un par de historias que no me gustaron mientras que aquí, todas me han satisfecho en mayor o menor medida.
Para empezar, la estructura. Organizar la novela como una pensión en la que las historias salen de los huéspedes de la misma resulta original y crea un vínculo que induce a buscar la afinidad oculta inherente a las mismas.
Me he encontrado con 11 cuentos que me han sorprendido por su extraordinaria calidad. 11 cuentos en los que se reflejan las pasiones humanas: amor, celos, odio, tristeza, engaño, miedo, etc. Cuentos en los que, en general, me ha parecido encontrar una dosis extra de misterio. La mayoría de ellos guardan un as en la manga que invita a desconfiar, a encontrar la entrelínea y a intentar vislumbrar la diferencia entre realidad y ficción con cierto aire misterioso y sobrenatural.
Pero es cierto que, a mi modo de ver, les ha faltado un puntito para ser completamente dickensianos. Han pasado doscientos años desde que los pies del genio de Portsmouth hoyasen las adoquinadas calles londinenses. Doscientos años de diferencia separan modos de vida en los que la extrema pobreza y la injusta mezquindad no eran capaces de doblegar corazones valerosos ni tirar por tierra las esperanzas e ilusiones de un futuro mejor entre tanta suciedad y oscuridad. Este puntito no lo he visto en estos cuentos que, sí, sacan el interior del alma humana pero no han conseguido acongojarme el espíritu como hace Dickens.
A pesar de todo, vuelvo a repetir, cuentos magníficos.
Si tuviera que elegir favoritos, me quedaría con la magia de Elia Barceló; la tristeza que irradia el cuento de Marc Guall; la diversión del Cuento de verano de Mallorquí, que junto con el de Guall, me han parecido los dos más dickensianos; la opresión agónica de todas las noches de Martínez Biurrún; y con la Luz del gas del siglo XIX de Marian Womack, el cual me ha resultado mucho más cercano a Poe que a Dickens pero me ha encantado. 
No sé si esta lista de los mejores es muy correcta, teniendo en cuenta que he elegido más de la mitad, lo que indica la elevada calidad de los mismos, según mis gustos, claro.
Del mismo modo, los que menos me han encajado en esta obra ( que no por ello han dejado de gustarme) han sido el valeroso corazón de Oscar Esquivias, por otro lado, de una prosa magnífica; el jersey de lana de verano y olor a pescado podrido de la habitación 402 de la que es inquilino Daniel Pardos; y la misteriosa nota firmada por Dickens que invita a quedar a la experta Clara de Francesc Miralles.

En general una antología deliciosa que animo a leer a los que gustan de Dickens, de Poe, de relatos, de autores españoles, de los que buscan la diversión. Un libro para todos, para disfrutar muchas horas y revisitarlo en un futuro, pues es seguro que el regusto que deja hará aflorar nuevos matices con el paso del tiempo.

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