miércoles, 30 de octubre de 2013

La desaparición


La desaparición, de Tim Krabbe, es otra de esas novelas que, por azar del destino, encontré en una librería de viejo de Madrid, en concreto en una de las Ábaco, tienda a la que suelo ir casi todas las semanas. No sé que me llamó la atención de ella, tal vez una portada sobria, de colores oscuros y un dibujo que decía poco pero mucho a la vez; o tal vez fue la poca extensión de la misma, que me hizo pensar que sería un libro de rápida lectura; o tal vez la sinopsis de la contraportada, la cual me llenó de una morbosa incertidumbre. No lo sé. El caso es que, para variar, la acabé comprando por un par de eurillos.


Una pareja que está haciendo un viaje decide parar a hacer un pequeño descanso en una gasolinera. Será el último lugar en que se vean, pues ella desaparecerá como tragada por la tierra.

Ni más, ni menos. Son necesarias apenas 100 páginas para que el autor, Tim Krabbe, nos describa sin recovecos ni artificios lingüísticos toda la tensión, miedo, pesadumbre y rabia que produce un hecho tan misterioso como atroz.

Es una novela corta, pero muy dura en la que el autor logra involucrarnos en la misma y hacernos partícipes del sufrimiento del protagonista.
Como he dicho no necesita artificios, la lectura es muy fácil, pero no rápida, pues cada frase cae como un jarro de agua fría y nos acerca a una ficción que nos acecha tras cada esquina. Unos hechos mucho más cotidianos y cercanos que aquellos que leemos en las novelas al uso, con crímenes rebuscados y espectaculares a manos de un asesino despiadado que tiene motivos soterrados en lo profundo del alma y que quiere vengarse de alguien por una nimiedad. Aquí no encontraremos eso. Una desaparición; la angustia de no saber que ha pasado, de perder en la nada a la persona amada, sin saber porqué, sin pistas, y no volver a encontrarla nunca.
Esta pequeña novela está dividida en tres partes: la primera, en la que la desaparición es el centro de todo; una segunda parte que nos acerca a la nueva vida del protagonista pero que nos muestra como el recuerdo de la persona perdida persistirá pese a que se vuelva a ser feliz; y una tercera apoteósica, en la que el protagonista ansía descubrir que pasó y mueve los hilos para conseguirlo, pese a lo que le pueda deparar.
Es en esta tercera parte en la que conoceremos al asesino y sus motivaciones que para no desvelar nada no contaré, pero que resultan de lo más creíble y normal. Normal, de normal.
En este punto he de reconocer que al cambiar la temporalidad entre las tres partes, es necesario entrar un poco en cada una de ellas, pues al principio descoloca un poco el paso del tiempo de golpe.

Tal vez se eche de menos la investigación policial, pero es lo de menos. Esta es una novela de sentimientos perdidos, y ocultos; de personajes que intentan extraer un porqué y que te obligan a sentir lo mismo.
Una novela que ahonda en el dolor, en el recuerdo y en el deseo reprimido; en la motivación de actuar por una experiencia, por un "yo que sé que será".

Una obra que me hizo sentir angustia, miedo, certeza de la incertidumbre, y me hizo pensar en la frugalidad de la vida, en como un simple acto de terceros te puede apartar de todo y de todos, (a ti o a cualquier ser querido) y echarlo todo por tierra.

Una novela para agobiarte, para pensar, para emocionarte. Una novelita que recomiendo sin el menor asomo de duda.

martes, 29 de octubre de 2013

El pozo de la ascensión

 Teniendo en cuenta los tochos a los que nos tiene acostumbrados el señor Sanderson, decidí esperar a las vacaciones para disponer de más tiempo libre y poder hincarle el diente a los nacidos de la bruma. La verdad es que pese a sus muchas páginas, ofrece una lectura ágil y divertida que rápidamente quita la pereza que da leer un libro de este grosor.

Ha pasado un año desde que la banda de Kelsier derrocara al Lord Legislador. Vin se ha convertido en la nacida de la bruma más poderosa conocida, y Elend se ha alzado como nuevo Rey de Luthadel.
Pero no todo es tan idílico como pensaba cuando teorizaba sobre ideales políticos y filosóficos. Las brumas permanecen más tiempo durante el día, y han comenzado a hacer enfermar e, incluso, matar gente. Luthadel ha sido asediado por dos nobles (uno de ellos el padre de Elend) que quieren el famoso atium que, se supone, en algún sitio escondía el Lord Legislador. Una nueva religión ha surgido con Kelsier como su dios y Vin como su profeta.
El pueblo pasa hambre y cada vez hay un mayor clima de descontento y, por si fuera poco, un nuevo ejercito, esta vez de los poderosos y psicóticos Koloss, se acerca a Luthadel.

Tal vez Sanderson no sea el mejor escritor, ni siquiera mi favorito, pero sigo pensando que es uno de los mayores revolucionarios del género en los últimos años y cada uno de sus libros se convierte, para mi, en una celebración del gozo. Tal vez no sean perfectos, ni completamente redondos, pero ninguno de ellos me ha defraudado. Con todos he disfrutado y me lo he pasado en grande.

En esta ocasión el autor nos vuelve a traer a Luthadel, con los mismos personajes, aunque todo ha cambiado, y nos sumerge en una trama difícil. Difícil en el sentido de que abandona buena parte de la ventura que acompañaba a la primera parte y se sumerge de lleno en un terreno más escabroso, el de la fe, la política y la reconstrucción de un reino desde unos ideales utópicos. Un aspecto éste al que los lectores de fantasía no están tan habituados y que puede sorprender y no gustar tanto.
Se convierte esta reconstrucción en el leit- motiv de esta entrega, mostrándonos las dificultades de levantar un imperio desde sus cenizas. Así veremos como las ideas de Elend, convertido ahora en el líder de la banda, no son tan fáciles de llevar a la práctica, pues el pueblo busca comida y trabajo sin tener la responsabilidad de pensar, y tornando tiempos dolorosos en mejores que los actuales.
Sanderson se hace eco de la famosa frase del tío Ben al profundizar en la responsabilidad que conlleva el poder y afirmando que un buen revolucionario o ideólogo no tiene por que ser un buen dirigente, pese a la bondad de sus motivos.

En cuanto a los personajes creo que Sanderson sigue haciéndolos crecer poco a poco, introduciendo nuevos personajes en escena, como el nacido de la bruma Zane o la terrisana Tindwyl, dando una mayor importancia a secundarios de El imperio final, como Sazed y, por supuesto, Elend quien, a fuer de ser sinceros, no consigo entender como consigue que el resto de la banda lo siga, pues tiene menos carisma que Samsa Stark (uyyy, que malo). Aunque, he de reconocer que, junto a Sazed, nos brinda los mayores momentos de reflexión, al compararse con el Lord Legislador, al cuestionarse su propia valía de cara al amor y, al recapacitar acerca de la creación de héroes a imagen y semejanza de nuestras ideas. En este último sentido, en el de la capacidad del ser humano de crear un héroe a la medida de nuestras necesidades, cobra también importancia en la novela la religión, el ver como ante la necesidad de creer en algo, el pueblo inventa la religión del superviviente y se adapta a sus enseñanzas, pese a que en su momento no lo fueran.

Con la aparición de los Koloss, una raza de seres hiperbelicosos, de piel azul con un tamaño finito de piel que a medida que van creciendo se va desgarrando por la tensión, creada por el Lord Legislador; la revelación del secreto de los Kandras; y con las entradas del espíritu de la bruma y sus ataques a Elend, Sanderson se adentra en un terreno más inclinado a la especulación, en la que tal vez, en alguna ocasión lleguemos a epatar con el Lord Legislador y surja una pequeña duda en cuanto a sus verdaderos motivos o su maldad anteriormente aceptada, pues La Profundidad parece estar cada vez más cerca y, tal vez, el mundo ya no esté tan protegido como antes.

Del sistema mágico ya hablé en la reseña de la primera parte y aunque, en ocasiones, me ha vuelto a costar seguir el ritmo de tanto "tira" y "empuja", es cierto que resulta muy efectista e impresionante. Con la aparición de algún que otro metal nuevo, el sistema se engrandece y nos ofrece la duda de hasta donde podrá llegar.

Es cierto que la novela sufre altibajos, y hay momentos algo lentos, como la continua interpretación de las religiones por Sazed o las clases de etiqueta que Tindwyl da a Elend, pero hay otros que lo compensan con creces, como el ataque de Vin al cuartel de Cett, o la lucha ante la asamblea. A fin de cuentas, es difícil esperar que una novela de 800 páginas sea acción trepidante de principio a fin, también tiene que haber momentos de asueto narrativo aunque, dados los hechos descritos, no parece que puedan existir estos momentos de descanso.

En definitiva, me he encontrado con una novela de fantasía de la más alta talla. Algo más floja que la primera parte en mi opinión, es cierto, pero que acelera hacia la parte final dejando un dulce sabor de boca salivante que busca la continuación. Una novela muy recomendable si te gusta la fantasía. Brillante, original y algo más fácil de leer que las grandes y enrevesadas sagas fantásticas actuales.   

domingo, 13 de octubre de 2013

La biblioteca de los muertos


No tenía ni la más mínima intención de leer esta novela. Simplemente, no me atraía, pero un día encontré en el buzón la novela que cerraba la trilogía "El fin de los escribas", cortesía de Grijalbo y, pensé: "¡Qué carajo! A lo mejor no está mal", y me puse con la primera parte, con la idea de que dependiendo de esta primera leería las continuaciones.

Nueva York. La policía esta en jaque ante una serie de asesinatos. Cada una de las víctimas ha recibido una carta con el dibujo de una calavera. No existe ningún patrón que relacione las víctimas, todas parecen escogidas al azar e, incluso, ante la presencia de la policía, una de ellas muere sin que lo puedan evitar. Parece que el asesino va a ser difícil de coger y se encarga la misión a Ben Swisher, un policía alcohólico y casi acabado, especialista en asesinatos en serie. Poco a poco descubrirá la relación que guardan estos asesinatos, con los hechos acaecidos en una abadía inglesa en el año 777 D.C.

¿Qué me he encontrado? Una novela palomitera y divertida, de estilo rápido y fluido (flojísima estilisticamente hablando) pero que con la conjunción de varias líneas argumentales consigue crear el suficiente interés como para seguir leyendo y pasar un buen rato. Una novela mediocre como obra pero un buen pasapáginas en cuanto a entretenimiento sin más.
podríamos decir que nos encontramos ante tres líneas argumentales que confluyen para crear la trama de la novela:
Por un lado la detectives, en la que nos encontramos los tópicos más manidos de la novela negra, con un detective alcohólico, mujeriego y rebelde que está de vuelta de todo, acompañado por una guapa detective casi novata, que persiguen a un asesino que siempre va un paso por delante.
En segundo lugar, la línea que sigue el sospechoso (y no desvelo nada, pues la novela es bastante predecible y es fácil adivinar pronto quien es este personaje en cuestión). En este apartado, el sospechoso nos muestra como va por delante de la policía y los motivos que lo han abocado a actuar como lo hace.
En tercer lugar, el arco histórico que nos muestra la creación de la biblioteca de los muertos desde el año 777 en la abadía de Vectis y el posterior descubrimiento y uso que se hace de ella en el año 1947. En esta parte nos encontramos con la parte rutinaria que acompaña últimamente a tanta novela de thriller cuasi-esotérico, en la que la trama actual se mezcla con algún misterioso hecho religioso sucedido en el pasado.

La novela está bien entrelazada y genera suficiente interés en su línea histórica para querer conocer más acerca de la hermandad de los videntes. La trama en sí es buena en su conjunto, pero el sospechoso deviene en un patético personajillo que se aprovecha de su inteligencia, y el protagonista resulta tan arquetípico que no ofrece especial interés. Por otro lado el rápido estilo de Glenn Cooper no sirve más que para que nos olvidemos del presente durante un breve lapso de tiempo.
En general falla también en cuanto a la visión de futuro pues, como he dicho, resulta bastante fácil de resolver el caso y es el interés por conocer todo lo que rodea a la hermandad de los videntes lo que incita a seguir leyendo (por lo menos a mi).

Continuaré las dos novelas siguientes pues, como he dicho me he entretenido y quiero conocer algo más de la misteriosa orden, pero poco más.
Estamos ante otra de esas novelas de aventuras que mezclan la investigación policial con algún misterioso hecho relacionado con la religión y que, para variar, alguien intenta utilizar para su propio beneficio.
En definitiva, una novela más que aceptable para pasar el rato en la playita.

domingo, 6 de octubre de 2013

La edad de los milagros

Hace ya más de un año que tenía La edad de los milagros en la pila. Por un lado, me llamaba la atención la premisa de ciencia ficción apocalíptica de que hacía gala la contraportada de la novela. Por el otro, me tiraba para atrás la apariencia de novela juvenil.
Al final decidí leerla y, si bien no se trata de una mala novela, creo que se acerca mucho más a la literatura juvenil de lo que pretende, dejando a la ciencia ficción en un segundo plano, como mero vehículo para contar otra historia.

El movimiento de rotación de la Tierra comienza a enlentecerse sin motivo aparente. Se trata de una lenta disminución del giro, pero paulatina y constante. Inexorable.
Desde los ojos de Julia, una preadolescente de 11 años, observaremos como el mundo se adapta a los cambios y lo que ello conlleva en su vida diaria.

Los primeros capítulos de la novela son lo suficientemente buenos como para captar la atención del lector. El paulatino enlentecimiento consigue acongojar al lector, que queda ávido de saber el porqué. Evidentemente ayuda mucho la escritura de Karen Thompson Walker, tranquila y sosegada; limpia y sin "arabescos" pero con un deje soterrado de misterio.
Poco a poco esta sensación se va diluyendo, pues los cambios se siguen sucediendo, pero en forma de modificación avanzada de cambios anteriores y cada vez la historia se va ciñendo más a la vida de una niña de 11 años que, salvo por la diferencia de escenario, podría ser la misma que la de cualquier niña hoy en día.
No obstante, el correcto lenguaje y el ritmo sosegado se alían para formar una especie de balsa en la que me he sumergido y aunque no ha sido ni de lejos lo que me esperaba, tampoco tiro por tierra la lectura de esta novela. Ahora, a sabiendas, no la leería, pero no es una mala historia, ni como novela debut, ni para un público más joven.
me ha gustado la elección de una niña para contar esta historia. Por un lado porque está contada desde la madurez, desde los recuerdos de aquella época de una persona adulta, lo que entraña virtudes y defectos. Por un lado la madurez lleva aparejada una mayor comprensión, moderación y entendimiento de las circunstancias de la vida, así como de un aumento del léxico utilizado (debería, pero conozco montones de casos en los que esto no ha sucedido ;) ). Por otro lado, está demostrado que la memoria es plástica y se adapta a las experiencias vividas acorde al paso del tiempo y cuesta creer que la protagonista guarde recuerdos tan nítidos y que no hayan sido modificados por la propia maduración. 
También se consigue que, al ser una niña la narradora de los hechos, la novela se aleje de tecnicismos y explicaciones, hipótesis y consecuencias de física. Esto, de nuevo, puede ser bueno o malo, según el gusto del lector. 
Campo éste último en el que la novela cojea en exceso, pues nunca se ofrece la más mínima explicación del motivo de este enlentecimiento, sino que se limita a explicar las consecuencias horarias y sociales, bien hecho, por cierto, pues la separación entre seguidores del horario normal, y del solar, resulta convincente aunque apetece encontrarse más chicha en este asunto.

En general se trata de una novela más que aceptable pero, eso sí, si buscas una novela de ciencia ficción al uso, esta no es tu novela, pese a lo que intuyas al leer la contraportada.

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