martes, 11 de marzo de 2014

La promesa de Kamil Modracek

Bueno, como dije la siguiente reseña sería La promesa de Kamil Modracek, y aquí está.
Me decidí por este título por dos motivos:
Uno. Porqué me gustan los libros de Impedimenta.
Dos. Porqué últimamente me siento atraído por los escritores centroeuropeos, sin más, y está historia me parecía muy atractiva.

Kamil Modracek es un arquitecto cuya fama deviene de haber sido el encargado de diseñar las mansiones de los antiguos gerifaltes comunistas. Ahora, tras la expulsión de los mismos y la instauración del nuevo régimen estalinista, está en el punto de mira de los servicios de inteligencia del régimen, que no lo ven con buenos ojos.
La muerte de su hermana, una artista cuyas obras no son del agrado del régimen,  a manos de la policía secreta, hará que el arquitecto tome la justicia por su mano y se vengue.
Para ello secuestrará al culpable de la muerte de su hermana, y lo encerrará en unos subterráneos que encontrará tras un tabique de su edificio. Pero la venganza se le irá de las manos y adquirirá dimensiones surrealistas.

Jiri Kratochvil es un escritor cuyo estilo irradia decoro. Con una técnica depurada y cuidada en la que el lenguaje es lo primordial pero sin caer en excesos, nos hará recorrer las calles de la Brno post-comunista y sentir la nivel sobre el suelo adoquinado. En este sentido se observa el amor que siente por su ciudad en la belleza que imprime a sus palabras al describirla.
Pero por encima de la ciudad, Kratochvil nos muestra una época en la que los nervios estaban a flor de piel y cualquiera podía ser un traidor.
El clima político, obsesivo y paranoide se respira en el ambiente y Kratochvil nos lo hace conocer de forma cercana y clara pero también mordaz e hiriente pues la historia está salpicada de un fino humor negro e irónico que denuncia a los bandos en liza y, en general, a todo tipo de fanatismo inherente al poder.
Es cierto que la demonización comunista y, sobre todo, la estalinista, es mucho más disfrutable si se tienen conocimientos de este período concreto de la historia, pero no representa ningún problema el no estar ampliamente versado en este campo.
Es esta una historia que nos habla del miedo a lo que vivimos: de la dominación por el miedo; del miedo a enfrentarnos a lo nuevo, del miedo a perder lo que tenemos, por malo que sea, y del miedo a intentar cambiar las cosas. Pero también nos habla del verdadero valor del hombre, de la dignidad y el sentido de lealtad; del abuso de poder; de los fanatismos sean cuales sean; del ansia de verdad; y, como no, de la justicia de uno mismo, de la necesidad de enfrentarse a ese miedo, hacerlo nuestro y conseguir vencerlo. Es una historia con la que se puede reflexionar acerca de la condición humana y que, además, se convierte en un valioso documento histórico.

La historia arranca de forma lenta, dándonos a conocer la ciudad y la situación social, y mostrándonos a un Modracek que recuerda viejos tiempos. Aquellos que lo convierte en perseguido por la Bureau pero, poco a poco, tras la muerte de su hermana y el hallazgo de un acceso a los laberínticos subterráneos de Brno, el protagonista decidirá seguir el eco de cierta novela de Nabokov (a quien, por cierto, conoció en la infancia) y encarcelar allí al policía asesino de su querida hermana. De tal modo que todo va encaminándose hacia un desenlace descabellado.
Así, y sin querer desvelar nada, el arquitecto irá haciendo extensiva su venganza y, poco a poco, sin comerlo ni beberlo, sus improvisadas mazmorras irán convirtiéndose en una sociedad mucho más limpia que la de la superficie, pero que obtiene sus reflejos de esta y a la que, tan sólo la muerte de su creador pondrá fin.

Kratochvil nos narra la historia desde tres voces distintas, según quien sea el narrador y desplaza la historia en el tiempo según el mismo, lo que no sólo no descolora sino que hace la historia mucho más interesante debido a los cambios en los tiempos verbales que nos permiten vivir los hechos desde los distintos puntos de vista de sus protagonistas.

Una novela con ecos de Nabokov y Schnitzler. Cargada de un bello surrealismo que no sé si definir como de realismo mágico pero que, de hecho, me han hecho sentir fuera de la cotidiana realidad.
Tengo pendiente En mitad de la noche un canto del mismo autor y editorial, y espero no tardar demasiado en leerlo, aunque soy consciente de la enormidad de mi pila.

Os invito a leerla, por su gran calidad y por la diversión que ofrece. Pero también por que invita a la reflexión y ¡qué demonios!, por que se lee de un tirón y no creo que os defraude. A mi, personalmente, me ha gustado mucho.

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