martes, 18 de noviembre de 2014

El unicornio

El unicornio es el primer libro que leo de Iris Murdoch. Guiado por la sinopsis de contraportada, la cual me indujo a pensar que me encontraría ante una bella historia gótica de misterio fantasmal (a día de hoy, no sé en que parte del texto resumen fui capaz de entrever esto). No ha sido así y, si bien he de decir que está maravillosamente escrito, desde luego no ha sido lo que esperaba.

Una joven institutriz cuyo futuro laboral ve un tanto incierto, y que alberga cierta frustración en el terreno sentimental, decide aceptar una oferta de trabajo.
El puesto la sitúa en un paraje solitario en la costa inglesa. En una zona que, según los mapas, parece alejado de todo y abandonado en el tiempo. Pese a todo, la oferta le parece una oportunidad que no puede rechazar. Tal vez le aporte una experiencia profesional insustituible, y la separación de su pareja, la ayude a centrar su vida y fijar sus prioridades. Lo único que no sospecha es que su alumnado no será infantil, sino la propia señora de la mansión.

La soltura narrativa de Iris Murdoch me ha dejado patidifuso. Nos encontramos ante un estilo, limpio, completamente transparente, que nos lleva en volandas de una frase a la siguiente; muy sencillo de leer, pero que encierra una gran calidad estética. En cada palabra se aprecia que Murdoch era una escritora perfeccionista que no pegaba puntada sin hilo. Pese a ser tremendamente ágil, se observa una clara tendencia a la elegancia y a la corrección formal.
Al principio de la novela parece entreverse un cierto aire de misterio que lo hace interesante en su contenido. El misterio que encierra a Hannah nos hace creer en algún aspecto gótico pero, en poco tiempo, esto se aleja de nuestra mente al percibir que el misterio en cuestión no es otro que una historia de amor y violencia marital. Tal vez, como consecuencia de infidelidades y celos o, tal vez (y también) por causa de tratarse de un matrimonio inglés cerrado y clasista que debe mantener las apariencias y ceñirse a estrictas normas incomprensibles para la gente normal.

A pesar de esta trama que, ya digo, no es la que esperaba, la novela gana mucha fuerza en el terreno descriptivo. Nos hallamos ante una novela de personajes, de profunda fuerza y que atraen hacia sí toda la carga narrativa, por encima de los devenires de la historia.
Todos los personajes, sin excepción, presentan una fuerza arrolladora, e incluso los que aparecen tan sólo mencionados allende los mares, son capaces de despertar emociones. Dependiendo de la experiencia de cada cual, empatizaremos más con uno u otro, amaremos u odiaremos más a éste o a aquella pero, me atrevo a aventurar que difícil será si los sentimos tal y como Murdoch los pensó, pues nos encontramos ante una doble realidad. Aquella a la que juegan los personajes haciendo que la escena siempre esté entreverada, con las frases a medio decir y las imágenes a medio mostrar, que consiguen el efecto de mantener la tensión constante; y aquella otra, metafórica, en la que la tensión, las emociones, los miedos, el mundo exterior y el sentido de la culpa narran la verdadera historia que subyace bajo la trama, pues me he visto ante una novela de una potente carga simbólica en la que la expiación de los pecados, el sentimiento de culpa, es capaz de nublar el juicio del ser humano, obsesionándolo consigo mismo y encerrándolo en un miedo eterno al exterior. Un miedo que crea un mundo insólito y particular. Extraño, pero hermoso a la vez.
No puedo olvidar mencionar el castillo de Gaze. Ese castillo que se alza imperturbable sobre las personas como un avatar ominoso y guardan de los secretos en los que se desarrolla toda la novela. De nuevo, y como sucede en la novelas en las que la descripción del entorno y el ambiente generado priman sobre la aventura y la acción, el castillo se convierte en un personaje más, que dota de sentido la existencia de Hannah y la novela.

En definitiva, otra novela que recomendar de Impedimenta. Una más de tantas. Reconozco que tal vez me haya defraudado un poquito en lo que esperaba, pero su lectura ha resultado altamente satisfactoria y no puedo sino alabar el estilo de Iris Murdoch, quien me ha parecido una autora de una brillante inteligencia y una pluma exquisita.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Cuentos para Algernon. Año I

Como conté cuando reseñé Hic Sunt Dracones, Cuentos para Algernon era, a mi juicio, otra de las grandes iniciativas editoriales de este año. En mi opinión, la más grande: Por un lado es una antología multiautor extraordinaria, y por otro es gratuita. Se puede pedir muy poco más.
Si tenemos en cuenta que, Marcheto, la webmaster y traductora, no cobra nada por su trabajo y, para poder traducir estos fabulosos cuentos, tiene que lidiar con los autores para pedirles su autorización y, además, hemos de reconocer que la traducción es excelente, es obligado dar la máxima nota posible.

Haré, como siempre, un pequeño resumen de los cuentos que comprenden este primer volumen.

* Quedarse atrás, de Ken Liu: Cada vez la singularidad se apodera más rápido de la humanidad. Cada vez son más los humanos que adoptan esta horma de vida, abandonar su cuerpo físico para integrar su mente en un soporte informático colectivo que los hace inmortales. Aun así sigue habiendo románticos que sienten el aspecto físico de la vida como la única realidad posible.

* Un diez con una bandera, de Joseph Paul Haines: Los niños son tasados con una puntuación durante su período de gestación. Esta puntuación indicará su utilidad futura para la sociedad, y puede aportar beneficios o desgracia para la familia.
Hasta que, en una familia, ocurre un caso excepcional. El hijo nonato de ambos es calificado con un diez y una bandera, dos puntuaciones casi incompatibles.

* Otro final del Impero, de Tim Pratt: El Señor del Mal, preocupado por una profecía que dice acabará con su reinado, busca una solución ingeniosa para salir airoso de ese aciago destino.

* Radiante mañana, de Jeffrey Ford: El propio autor actúa de protagonista y nos ofrece un sencillo pero magnífico homenaje al genio de Kafka a través de un cuento de éste leído algún tiempo atrás que, posteriormente, parece no haber existido nunca.

* La hija de Frankenstein, de Maureen McHugh: Un pequeño fragmento de una familia cuyos padres están separados, con un hijo adolescente en rebeldía que quiere hacerse notar, y una hija clonada, la primera de todos.

* 26 monos, además del abismo, de Kij Johnson: La historia d un circo cuyos protagonistas son 26 monos capaces de desaparecer. Un circo que cambia de propietario cuando éste ya no necesita de su ayuda.

* Las siete pérdidas de Na Re, de Rose Lemberg: Un cuento algo críptico y muy breve que narra siete episodios de pérdida personal de una niña judía en la Rusia comunista-

* Cerbo un Vitra Ujo, de Mary Robinette Kowal: Una pareja se separa cuando a él lo aceptan en una academia de La Tierra. La Tierra está muy lejos de la base espacial en la que viven, pero Grete descubre que su novio no se encuentra allí, sino en una base cercana. Ignorando a sus padres y robando los datos de su tarjeta, se embarca para ir a buscarlo. Cuando lo encuentra, descubre que el lugar no sólo no es el que esperaba, sino que es realmente peligroso.

* Halo, de Annette Binder: Un joven es capaz de ver halos encima de determinadas personas. Sombras oscuras que predicen su pronta muerte.

* Caída de una mariposa al amanecer, de Aliette de Boddard: En un mundo ucrónico realmente interesante (para mi), se investiga el asesinato de una joven expatriada.

* Los ojos de Dios, de Peter Watts: Uno de los cuentos que más necesitaba releer para esta reseña. En esta segunda lectura creo que me he enterado todavía menos que en la primera. Lo siento.

* Loup-Garou, de R. B. Russell: Aprovechando un par de horas que tiene libres, el protagonista decide ver una película. Dicha película, de nombre Loup-Garou, lo entusiasmará y se convertirá para él en una película de culto que recomendaría a todo el mundo. Muchos años más tardes, cuando tiene la oportunidad de volverla a ver, no será exactamente como recordaba.

Nos encontramos ante una selección que ya debería ser conocida por cualquier aficionado al género, en virtud del tiempo transcurrido desde su edición y del boom rupturista que ha supuesto la llegada de Marcheto al mundillo.
Una muestra rica y variada que, como siempre y es normal, presenta altibajos. Con cuentos en la cresta de la ola y otros no tan buenos, así como con alguno que cuesta encuadrarlo en la categoría de ciencia-ficción, como por ejemplo La hija de Frankenstein, que incluso Ted Chiang nos habla de este aspecto en el addendum que acompaña al cuento.

Cuentos que ahondan en el aspecto humano y en el enfrentamiento de esta humanidad con los nuevos valores artificiales, más pragmáticos, longevos y materiales, como Quedarse atrás, de Ken Liu; que ahondan en las consecuencias de conocer el futuro de una persona, como en el cuento de Haines; claves de humor como en el magnífico cuento de Pratt que, con formato cómico, nos adentra en las consecuencias de querer cambiar el futuro; homenajes como Radiante mañana, un cuento excelentemente narrado, como suele ser habitual en Ford, y con un regusto de misterio mas que interesante, y que guarda cierta relación o parecido con el cuento de Russell, en un caso sobre un libro y en el otro sobre un film.

La versión más fantástica corre a cargo de Kij Johnson y sus 26 monos; y la más tétrica proviene de la pluma de M. R. Kowal, con escenas de sexo explícito y un desenlace que, a pesar de ser previsible, resulta aterrador.
En el lado de los cuentos que me han decepcionado se encuentra el de Aliette de Boddard, pues pese a interesarme su ucrónico mundo, me ha parecido un buen cuento pero un poco fuera de lugar en esta selección, así como el de Anette Binder que no me ha dicho demasiado.
Pero sin duda me han gustado mas que el cuento de Lemberg que, si bien puedo arrastrar dudar acerca de la inclusión en el género del cuento de McHugh, en este caso, no soy capaz de verlo para nada. Y como colofón Los ojos de Dios, de Watts, del que no he entendido ni jota. Tengo pendiente de leer visión ciega y este cuento ha hecho que me aterre lo que puedo encontrar.

A pesar de estos, para mí, altibajos, no puedo sino aplaudir y agradecer la excelente labor de este blog y su administradora, con sus excelentes traducciones y el acercamiento al habla hispana de grandes autores con dificultades para ser aquí publicados.

Una colección que quien no la haya leído ya está tardando, pues realmente merece la pena, y más si cabe, teniendo en cuenta que el blog de Marcheto no para y ya ha acumulado suficiente material para una segunda antología.
Os animo a todos los que aún no lo hayáis hecho a leer los cuentos, individualmente o como antología. No os arrepentiréis.

Enhorabuena Marcheto.



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