domingo, 21 de febrero de 2016

Oscuro bosque oscuro con Cariñena

Estoy muy contento. Hoy os traigo dos Grandes por el precio de uno.
Por un lado la novela Oscuro bosque oscuro, del mexicano Jorge Volpi que, si he de ser sincero, os diré que tan solo lo cogí porque me moló su portada y porque hacía mucho tiempo que no leía nada de Salto de página (pero sobre todo, porque era muy cortito); por el otro, un vino de la D. O. Cariñena, Cutio, un vinazo ideal para disfrutar sólo o con amigos, y para divertirse con una cena de sabores atrevidos.
Teniendo en cuenta que
ya me habían hablado bien del vino, voy a comenzar hablando de la novela, de la que no sabía nada a priori. De este modo, si a alguien no le gusta el vino (Dios no lo quiera), puede saltarse la parte del final de esta entrada.

La novela de Volpi es rara, para que negarlo. Nos narra los hechos acaecidos en una pequeña aldea de Polonia, en la que un grupo de 500 obligados voluntarios, a los que se les da el nombre de Batallón 303 de la Policía de Reserva, acabó con la vida de 1800 niños judíos en el corto tiempo de 6 horas.

La historia comienza con una fábula al más puro estilo Grimm. Una fábula de todos conocida pero con un final oscuro y tétrico que nos prepara para lo que habrá de venir, al tiempo que nos deja completamente descolocados. Mi primera impresión fue levantar la cabeza del libro y decir: "¿Pero qué es esto?". No obstante el estilo narrativo de lo leído me pareció tan lírico y fluido que continué leyendo.
Y es que este estilo narrativo del que hablo es uno de los puntos, a mi modo de ver, fuertes de la novela. Volpi utiliza una prosa que no sé muy bien como definir. Es una prosa rasgada, o cortada, formando una especie de poemas átonos. No sé, una especie de prosa poetizada, de poesía a caballo entre el cuento y la música pues, en cierto modo, su lectura resulta muy musical y en algún momento te sorprendes (al menos yo) siguiendo el ritmo de la historia como si de una letra musical se tratara y poniendo ritmo en tu cabeza (de nuevo, yo).
Poco a poco se va entrando en la historia, de la mano de un panadero, un carpintero, un fabricante de juguetes, el capitán o tú mismo lector, pues Volpi juega a convertir al lector en un personaje más de la trama, a meterlo de lleno en la brigada policial y a mirarse dentro de uno mismo para ver lo que se siente, si bien s cierto, que aunque a veces lo consigue y el experimento es altamente satisfactorio, en otras ocasiones resulta importado, y no se alcanza el objetivo perseguido.

Volpi va entretejiendo la historia con diversos cuentos populares infantiles, como Hansel y Gretel, Caperucita o Garbancito, a los que ha entregado un final oscuro acorde al cuento para adultos que nos narra y que sirven como alegorías del mismo, ofreciendo situaciones metafóricas a las que cuesta entrar pero que ofrecen un conjunto realmente evocador y, en ocasiones, de desarme emocional.
Se trata sobre todo de una historia sobre la psique humana. Una obra en la que Volpi pretende bucear en los entresijos de la mente de alguien capaz de cometer tamaña atrocidad ofreciéndonos la oportunidad de convertirnos en uno de ellos, ya que si bien los personajes comienzan su andadura de forma sencilla y humilde, poco a poco va apareciendo la cara de la deshumanización hasta el punto de convertirse en asesinos de niños. No obstante, eso no quiere decir que todos disfruten de la tarea y nos recuerda sabiamente que en toda guerra, los vencedores y los vencidos se hallan entremezclados y que entre los vencedores pueden encontrarse vencidos cuyas acciones los arrojan a un abismo sin fin.
Esto me hace hablar de esos vencedores, pues en esta novela todos los protagonistas pertenecen a ese grupo, aunque casi todos terminarán siendo del otro. Es una novela de personajes reales, de gente que vive, ama y sueña, de gente que acata ordenes, gente que siente placer, sufre, obedece, siente remordimientos o alegría, y vuelve a soñar.
Resulta fácil epatar con los personajes; encariñarse, odiar o permanecer indiferentes, pues las frases de Volpi que salen de la boca de cada uno de ellos o del ser omnipresente que narra los hechos, se convierten en aforismos lapidarios que, además de la belleza estética, definen a cada uno de ellos y que nos invita a reflexionar sobre la crueldad, no sólo de este acontecimiento en cuestión, sino de los que han derivado de toda guerra, o régimen totalitario en los que personas corrientes han tenido que seguir órdenes para cumplir con un cometido que otros consideraban un deber superior. Aquellos actos que nos alejan de la inocencia, la bondad animal y nos acercan al verdadero monstruo que es el ser humano, en mi opinión.

Y siempre, siempre con el ominoso personaje de fondo en los cuentos, tanto en el adulto general como en los infantiles, el Oscuro bosque oscuro del título que puebla todas las páginas de la novela y crea un ambiente de oscuridad incontrolada. Ese oscuro bosque oscuro en el el mal se esconde y que ha ramificado como la red neuronal que alberga nuestro cerebro.

Se trata de una novela con altibajos, claro que sí, no es redonda. En ocasiones se pierde la fuerza narrativa y en otras emociona realmente pero, sin duda, es una novela altamente recomendable.

Y partiendo de la base de que leer reseñas es aburrido (sí lo reconozco) y de este anticlimax literario cortado de golpe os animo a leer la novela, pues es rápida de leer, que no fácil, bellamente escrita y, si se quiere, muy dada a la introspección.
Pero, como dije al principio de la entrada, hoy no entendería esta novela sin el maravilloso vino que acompañó su lectura. En esta ocasión si que puedo decir que el maridaje entre ambos es perfecto.
Cuando piensas en un vino de cariñena te imaginas un vino recio, de fuerte sabor y que permanece en la boca durante mucho tiempo y que amarga al final. Cutio no es nada de esto. Vale que mis gustos pasan por los sabores más fuertes a tenor de mi anosmia y, por eso, me suelo inclinar por garnachas, mencías, monastrelles y demás calaña de esta pero es que, en este caso, Cutio creo que es una delicia para cualquiera. De hecho, ha sido la primera vez desde que recuerdo mi defecto olfativo que, tras olerlo, me he quedado alucinado y les he dicho a mi mujer e hijo "No sé si huele bien o mal, NPI, pero me encanta este olor. Lo estaría oliendo toda la vida". A lo que ellos, cogiendo rápidamente la copa, me han confirmado que huele increíblemente bien, ¡Yujuuuu!
Como ya he dicho es un vino de Cariñena, barato dentro de lo que cabe (6€) siendo la añada de 2014 la que yo he probado. Con una graduación alcohólica normalita tirando a alta 14% y un intenso y brillante color picota con un ribete violáceo-rosado y una lágrima media-alta.
El sabor es fantástico, a frutas rojas maduras, frambuesa, cereza, grosella, con un toque avainillado y un equilibrio perfecto entre la acidez y la tanicidad, que deja un toque final en boca de taninos dulces que invita a seguir bebiendo más. En definitiva, es un vino equilibrado, amable, redondo para mi gusto y muy refrescante pero, sobre todo, riquísimo y divertido: ideal para iniciarse en el mundo de la garnacha. Por favor, no dejéis de probarlo, está riquísimo y, por supuesto, no os olvidéis del libro, merece la pena.

domingo, 7 de febrero de 2016

Pioneros y Novellum

 Recientemente he cambiado de biblioteca pública a la que acudir para aprovisionarme de libros que cojo por casualidad al ojear entre las estanterías. A pesar de tener una pila pendiente en casa de cerca de 150 libros, me da por acercarme mensualmente a por libros que ni me he imaginado leer y, por tanto, la pila continúa igual que siempre, o más si cabe, pues sigo comprando religiosamente cada mes. 
El caso es que me di cuenta de que la biblioteca vecina es infinitamente mejor que mi habitual, y no sólo porque se encargan de renovar el fondo mensualmente, sino porque hay personal especializado en asesorar buena literatura en lugar de recomendar únicamente literatura comercial o no recomendar nada en absoluto y simplemente hacer las veces de recepcionistas.
Me aconsejaron leer a Willa Cather, a quien hace un par de años recuerdo haber tenido en el punto de mira al haber sido editado uno de sus libros por Impedimenta, pero al final no lo hice. Pues bien, las elogiosas palabras de S., uno de los bibliotecarios, me decidieron por coger Pioneros (aunque no era el libro que me había recomendado, pero la primera impresión me pareció que sería perfecto para empezar con Cather, pues parecía corto y fácil de leer).
Lo llevé para casa y me dije: " ya que voy a leer un libro de hace la torta de años, y que hace un par de años que pensé en la Cather, me voy a abrir el vino más viejo que tenga". Y dicho y hecho; cogí un Novellum de bodegas Rejadorada (10€), de la Denominación de Origen Toro, que tenía guardado desde el 2012 y que había comprado en un viaje de fin de semana a Zamora.
Mi impresión ha sido parecida con ambos, tanto con el libro como con el vino: buenos, pero podrían mejorarse.
En el caso del libro, tal vez esperaba otra cosa; en el del vino, tal vez no le he dado la mejor guarda y ha perdido propiedades. En ambos casos... tal vez.

Como podéis ver en la foto, la sobriedad de la etiqueta del Novellum, blanca y negra, contrasta con la multicoloreada portada de Pioneros, en una edición preciosa de Alba Clásica.
Se trata de un vino con crianza, embotellado en 2008, algo que se aprecia en el color del vino. Como es normal por los meses de envejecimiento, su color es intenso, una fuerte tonalidad picota muy madura con ribetes color teja y una lágrima densa en la copa.
El aroma, eh... NPI, pero al beberlo te sientes inundado por la complejidad sápida. Unos potentes taninos que te secan la boca, pero con una perfecta acidez que te hace salivar, quizás mucho más apreciables los primeros que lo segundo debido a la vejez del vino. La boca se inunda de fruta madura en la que se aprecian sabores a cereza, ciruela, regaliz y un pequeño toque final a cacao que pesa en la boca ( incluso me recordó a la castaña asada, y aquí, he de decir, que flipo, porque probablemente se trate más de que me retrotrajo al invierno y al recuerdo de comer castañas calentitas en un atardecer frío, no a la percepción del sabor en sí, así que no me hagáis caso. Cada uno tiene sus recuerdos, ¿no? ¿Pero acaso no forman parte estos personales recuerdos de las impresiones recibidas en en cuanto a sentidos se refiere?). Desde luego no puedo decir que sea refrescante, sino maduro, y se aprecia el cuerpo del vino en la lengua, que te pide algo de acompañamiento sólido.
Tal vez no sea el mejor vino para narrarlo con Pioneros pues es bastante intenso, mientras que Pioneros en más flojo de lo que esperaba, o al menos lo es en la distancia corta pues, rebuscando bien, se ve que presenta un cuerpo con mucha fuerza pero que, en mi caso, no ha sido suficiente para convencerme por completo.
Pioneros narra la vida de una familia de emigrantes suecos en la inhóspita Nebraska de finales del XIX cuya hija mayor, Alexandra, quedará a la cabeza de familia tras la muerte del padre. Se trata de una vida dura, la de los colonos europeos llegado a Norteamérica.
Alexandra se enfrenta no sólo a la dureza del terreno sino también a la de las mentes tradicionalistas y anticuadas que consideran que el papel de la mujer es secundario, o terciario si me apuras, al del hombre. A pesar de todo, Alexandra conseguirá sacar adelante a su familia, e incluso hacer que prospere cómodamente.

Willa Cather escribe realmente bien, con ese estilo literario que hace que parezca que se trata de una literatura muy sencilla cuya complejidad resulta fácilmente observable en lo que no se cuenta.
Y es este punto, el de la elipsis narrativa, el que para algunos será el punto fuerte de la novela y a mi, en cambio, me ha parecido el débil, el que me ha decepcionado. No quiero decir que no me guste como está hecho, sino que esperaba conocer más.
La novela está estructurada en tres partes, cada una de ellas separada de la anterior por un período cercano a los cinco años. Tiempo más que suficiente para que hayan sucedido cosas importantes; cosas que se nos contarán de pasada pero, claro, nos perderemos el meollo de la cuestión ,esos años de incertidumbre, de dureza en el que la familia progreso y consiguió todos sus logros. De tal modo que se pasa de un período de total incertidumbre, con tan sólo una idea en el aire, a otro en el que la familia es ya una de las más ricas del pueblo, y pese a que todo esto se entrever y no es difícil imaginarlo, habría estado bien entrar algo más en detalle.
Sobresalen muchos detalles de la pluma de Willa Cather:
- Por un lado se aprecia su pasión por la naturaleza y el espacio geográfico, convirtiéndose este en un personaje más de la historia; el personaje omnipresente por encima de todos los demás que siempre está ahí para demostrar su dureza y que únicamente admite ser domeñado por la inteligencia creativa y biosaludable. Personaje principal y agobiante al estilo de los grandes autores americanos del siglo pasado como Faulkner o Caldwell por ejemplo.
- Por otro lado se observa su lado más humano y feminista, al mostrar las injusticias que sufren las mujeres, así como su fuerza interior y hacer de Alexandra el caballo de batalla que arrostrará consigo la suerte de una familia y que, a pesar de todo, su propia familia no se lo reconocerá. De hecho, los mejores momentos de la novela son aquellos en los que las mujeres son parte única de la escena y se sienten completamente libres para hablar y recordar tiempo pasados.

La obra entera está perfumada con el aura de dureza que les tocó vivir, pero esta narrado de forma tan sutil, y las elipsis están tan bien medidas, que parece que todo sucede solo, sin el esfuerzo de nadie.
De este modo nos encontraremos metidos en una novela de superación, tanto desde el punto de vista social, como del personal e individual y, al mismo tiempo, en la segunda parte se empieza a advertir la transformación de la historia en una oda de amor, y la tercera, en una tragedia en la que cobra vital importancia el hermano pequeño de Alexandra y que nos muestra lo ciega que está a todo lo que no sea el bien de la familia en general, olvidando lo individual pues, esta tragedia, se ve venir a años luz para los lectores que, evidentemente, lo vemos todo desde un plano omnipresente.
Así, esta superación de la que hablo a nivel individual se encuentra marcada sobre todo en la segunda parte, en la que Alexandra tendría que soportar la injusticia de tener 40 años, haber dedicado toda su vida a los demás y no recibir el menor crédito. Es esta la parte con mayor carga reivindicativa por parte de la autora, que manifiesta claramente su opinión al afirmar que las mujeres fueron una parte muy importante, si no la mayor en la colonización americana.
Es una historia de personajes bien creados y, ahora que lo pienso, que casan muy bien con el vino que he escogido. Un vino potente para una tierra dura y solaz; unos protagonistas rudos para un vino maduro que seca la boca; un vino de matices complejos pero con un buen fondo, como la protagonista de esta novela, que lucha contra viento y marea y guarda su corazón en un cofre.

A pesar de los aspectos negativos que, para mi, tiene la novela, y los positivos, que son muchos, Willa Cather nos ofrece un canto al futuro, pero sin olvidar el pasado. Un canto de esperanza, truncado hacia el final por la tristeza y el abandono pero que nos intenta mostrar que no se debe olvidar de donde venimos cada uno.
Es evidente que se trata de una novela costumbrista al uso, pero más que interesante. Realmente buena y fácil de leer pero que no me ha terminado de convencer, esperaba mucho más, pero que me deja claro que se trataba de una autora valiente, con las ideas muy claras y que me anima a leer algo más. De hecho ya tengo pensado el qué.

Añado ahora que hace un par de meses que terminé esta novela y mejora cada día más en mi mente.

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